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Actualizado: 10 de junio de 2025
Al dejar a María Teresa, Huberto se hallaba casi contento; se sentía librado de un gran peso. ¿Por qué aquel alivio? Reflexionando, comprendió que había terminado con el período de indecisión que su amor a su novia y algunas veleidades de desinterés por los bienes terrenales, le habían hecho pasar. Acababa de pronunciar las primeras palabras liberadoras.
Sí, yo no soy militar, y los años van apagando el poco fuego de mi sangre, pero así como me dejaría hacer pedazos por defender la integridad de España contra un invasor etrangero ó contra las veleidades injustificadas de sus provincias, así tambien le aseguro á usted que me pondría del lado de los filipinos oprimidos, ¡porque antes prefiero sucumbir por los derechos hollados de la humanidad que triunfar con los intereses egoistas de una nacion aun cuando esta nacion se llamase como se llama España!...
Los dos se mantenían en actitud arrogante, como actores que vigilan sus movimientos sabiendo que todas las miradas están fijas en ellos. De Nélida no se acordaba nadie. Este choque, que podía tener consecuencias trágicas, había quitado todo interés a la inquieta muchacha y sus insolentes veleidades.
Ser baronesa de Pontournant con los ochenta mil francos de renta del tío Guichard, con más la fortuna de su primo y la suya; ¡qué sueño! ¡Y este Fortunato, poco complaciente, no quería que se le hablase de tal asunto! se burlaba de las veleidades aristocráticas de Clementina y no quería absolutamente proporcionarse el ridículo de convertirse en barón de Pontournant á los cuarenta años y siendo un notable comerciante, condecorado bajo el sencillo nombre de Roussel.
Gallardo, desvanecida la primera embriaguez de su buena suerte, contemplaba asombrado a la dama en las horas de mayor intimidad, preguntándose si serían iguales todas las señoras del gran mundo. Sus caprichos, sus veleidades de carácter, le tenían aturdido. No se atrevía a tutearla: no, eso no.
Grandes acontecimientos vinieron a sacar a Reyes de estas intermitentes veleidades místicas, que él mismo, en sus horas de sensualismo racionalista y moderado, calificaba de enfermizas. El infeliz Bonis no pudo menos de recordar un pasaje muy conocido de La Sonámbula; aquel de: ah, del tutto ancor non sei cancellata dal mio cuor,
Algo se supo en el círculo de la nobleza de las «veleidades místicas» de Anita, y las que la habían llamado Jorge Sandio no se mordieron la lengua y criticaron con mayor crueldad el nuevo antojo. Se confesaba que era virtuosa, en cuanto no se le conocía ningún trapicheo; pero esto era poco para creerse con vocación de santa. «¿Por ventura las demás eran unas tales?».
Y echándose a reír, añadió: Nada, hijita, le doy a usted calabazas.... ¿no contaba con mis veleidades, eh? ¿No contaba usted con las coqueterías del viejo? Y al decir esto abrió los brazos, derramó una lágrima, y riendo siempre, estrechó a Sola contra su corazón, en el cual se desbordaban los afectos más puros. Venga acá, hija de mi corazón exclamó , venga acá y abráceme también.
Y así marchan días enteros; después de un violento viaje de diez y seis leguas, con sus carreras, saltos, etc. He entrado en Bogotá con los brazos muertos y casi sin poder contener mi caballo, que, embriagándose con el resonar de sus cascos herrados sobre las piedras, aumentaba su brío, saltaba el arroyo como en un circo y daba muestras inequívocas de tener veleidades de treparse a los balcones.
No están conformes los biógrafos de D. Marcos en la causa de ciertas riñas, que pusieron á la esposa en peligro de morir á manos de su esposo: unos lo atribuyen á veleidades del escritor; otros más concienzudos, y buscando siempre las causas recónditas de los sucesos humanos, á que el pesimismo adquirido cultivando las letras infiltróse de tal modo en su pensamiento, que llenó su vida de melancolía y fastidio. ¡Tal influjo tienen las grandes ideas en las grandes almas!
Palabra del Dia
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