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Actualizado: 10 de junio de 2025
Luego Fortuna les atormenta con esquiveces, les engolosina con veleidades, y tanto se hace desear, o pone tal precio a sus caricias, que algunos al conseguirla, echan de menos lo que inmolaron por gozarla. Unos le sacrifican la honradez, otros la fe; quién ahoga brutalmente la concienciar el que menos, pierde por ella la vergüenza.
Caprichos, veleidades de la fortuna, del «hado» quizás..., porque el marqués estaba persuadido de que a los «hombres públicos» los forman las circunstancias, un momento de la vida, un «choque fortuito», de la piedra contra el acero, que hacía brotar la luz de repente. Así entendía el «hado» el buen marqués.
Sinembargo, la parte nueva de Zug manifiesta algunas veleidades ó tendencias progresistas. Entre los edificios y establecimientos públicos de Zug hay dos que nos llamaron la atencion, el uno por su originalidad como monumento patriótico, y el otro por su significacion característica de Suiza.
Clementina pensaba: "¡Yo sufro el yugo; no hay que decirlo: estoy vencida y él triunfa!" Roussel decía para sus adentros: "Hemos obtenido una victoria como la de Pirro: ¡otra como esta y estamos perdidos! ¿Quién se encargará de atar corto á esta loca cuando haya vuelto á sus veleidades belicosas?
Veleidades tenía de llamar a Frígilis, decírselo todo, ponerlo en sus manos todo.... «Frígilis, aunque era un soñador, llegado el caso tenía mejor sentido que él; sabría ser más práctico.... ¿Qué haría?». Por lo pronto seguir a Tomás a la estación. Y callar. Para hablar siempre era tiempo.
La verdad era que la presencia de la señora de Candore paralizaba un poco sus veleidades de independencia y no le disgustaba dejar para más adelante una explicación embarazosa, de la que no estaba seguro de salir con los honores de la guerra a pesar de sus fanfarronadas. Así era que veía llegar el fin del mes con menos impaciencia que inquietud. El plazo había ya expirado.
Quizás con la espuela y el freno de la necesidad, hubiera brillado en algo de lo mucho que intentaba conocer por invencible curiosidad, pues talento y discreción tenía para ello; pero le faltaba paciencia, porque le sobraban la libertad y el dinero, y de aquí sus veleidades y aquellas ensaladas científico-filosóficoliterarias de que se atiborraba la cabeza.
Pero... no me dice usted... Allá voy; Ana vive ahora en un equilibrio que es garantía de la salud por la que tanto tiempo hemos suspirado; ya no hay nervios, quiero decir, ya no nos da aquellos sustos; no tiene jamás veleidades de santa, ni me llena la casa de sotanas... en fin, es otra, y la paz que ahora disfruto no quiero perderla a ningún precio.
El Rey tiene gran empeño en estas nupcias, y la Reina dice que quiere ser madrina del bodorrio. Ahora es ella. La dama está fuera de sí, y el hidalguillo se rompe la cabeza para inventar un ardid cualquiera que le saque de tan espantoso laberinto. ¡Oh terrible obstáculo! ¡Oh inesperado suceso! ¡Oh veleidades del destino! ¡Oh amargor de la vida!
Palabra del Dia
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