Vietnam or Thailand ? Vote for the TOP Country of the Week !

Actualizado: 22 de junio de 2025


Eran estas de cierto capitán de artillería, andaluz, de gran familia, arrogantísima figura y poquísima vergüenza, que había antecedido a Juanito Velarde en el puesto de confianza que a la sazón ocupaba este en la casa. Triunfante el gobernador, preguntó a Martínez si le parecía conveniente publicar aquellas cartas en los periódicos.

Semejantes á las de La Cueva, por los asuntos de que tratan, son las siguientes de la época inmediata: El bastardo Mudarra, de Lope de Vega; Los siete infantes de Lara, de Hurtado Velarde; El traidor contra su sangre, de Matos Fragoso; Las mocedades de Bernardo del Carpio, de Lope de Vega; El conde de Saldaña, de Alvaro Cubillo de Aragón; El cerco de Zamora, de Diamante; Las almenas de Toro, de Lope de Vega, etc.

Entraron en esto el duque de Bringas y Juanito Velarde, que habían terminado ya su partida de billar, y a poco anunció un criado que la señora condesa no asistiría a la comida por haber tomado ya un consommé en sus habitaciones, y acostádose al punto con una fuerte jaqueca.

Sólo vería en lo alto a Jesucristo, vivo y terrible, que se adelantaba a juzgarle, y detrás la eternidad, oscura, inmensa, implacable. La noticia de la muerte de Velarde llegó a Madrid al punto, y la condesa de Mazacán fue la primera que se presentó en casa de la Albornoz con la intención dañadísima de darle la triste nueva.

Flor de las comedias de España de diferentes autores, recopiladas por Francisco de Ávila, parte 5.ª: Madrid, 1616. El ejemplo de casadas y prueba de la paciencia, de Lope de Vega. La desgracia del rey D. Alfonso, el Casto, de Mira de Mescua. Tragedia de Los siete infantes de Lara, en lenguaje antiguo, de Hurtado Velarde, vecino de la ciudad de Guadalajara.

A las cuatro despertó Velarde despavorido, porque su criado le sacudía bruscamente por un brazo: habían llegado dos señores en un coche, y se espantaban y no podían creer que estuviese dormido todavía.

Velarde dejó de mirar a la tierra para mirar al Palacio que tenía delante, morada del monarca cuyo secretario particular había estado a punto de ser... ¡Qué fastidio tener que esperar de nuevo tanto tiempo!... Porque preciso era que se fuese aquel y que viniese después el otro, y mientras tanto, ¿quién sabe?... ¡Quizá alguno de aquellos tiritos que iban a cruzarse vendría a hacer trizas el cántaro de la lechera que Currita y Butrón le ayudaban a fabricar!...

Velarde comprendió al punto todo lo que aquello significaba, el valor inmenso de aquella dicha comprada por ocho cuartos, y una oleada de afectos y sentimientos dormidos se levantó entonces de su corazón, poniéndole de repente delante todo el pasado, con la amargura del bien por nuestra culpa perdido, con la poesía que reviste en la mente de la juventud todo recuerdo, con ese vago hormigueo de sombras queridas que despiertan en la imaginación toda época lejana... En medio estaba su madre, cuyo primogénito era, y en torno sus hermanos pequeñitos, llorando todos, como los había dejado él tres años antes al darles el último abrazo.

En ella, el marqués de Villamelón, de acuerdo con su esposa, pedía para esta, por medio del ministro de Ultramar, el puesto de camarera mayor de la reina, con las dos condiciones indicadas antes por Martínez: la Secretaría particular de don Amadeo para Juanito Velarde y los seis mil duros de sueldo para la dama misma.

¡Pero si llevas ya cinco días!... ¿A cuándo aguardas para dejarlo?... No me lo hubiera yo puesto diez minutos por Juanito Velarde, porque por más que digas, era muy soso, hija, muy sosito. Entonces, me pondré esta noche medio luto... Justamente tengo un vestido sin estrenar, blanco y negro; es bonito, pero no creo que pueda servir para otra cosa.

Palabra del Dia

rigoleto

Otros Mirando