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Actualizado: 25 de junio de 2025
Dime: Esperanza, la doncella de la duquesa, ¿tiene amante? Sí, señor dijo el lacayo , y está para casarse. ¡Malo! dijo para sí el duque ; ¿y con quién se casa Esperanza? ¿Con quién ha de ser, sino con el señor Cosme Prieto?... ¿Quién es ese Prieto? El ayuda de cámara del duque difunto. ¡Ah! ¿un vejete?... Sí, señor. ¿Y con ese se casa doña Esperanza?
Se quitó la pipa de la boca después de restregarse ambas manos contra el pantalón; golpeóla boca abajo sobre la uña del pulgar de la izquierda, y me enseñó en una sonrisa toda la caja desportillada de sus dientes. Era un vejete de rostro plácido y greñas muy canas, algo atiplado de voz y muy duro de «bisagras»; es decir, torpe de todos sus movimientos.
Antes, mucho antes, había sido el propietario de todo aquello un gran señor, que al morir depositó sus pecados y sus fincas en el seno de la comunidad; y ahora ¡ay! pertenecían á don Salvador, un vejete de Valencia, que era el tormento del tío Barret, pues hasta en sueños se le aparecía. El pobre labrador ocultaba sus penas á su propia familia. Era un hombre animoso, de costumbres puras.
Entre un mamotreto momia y un gustoso tratado de sociología, recién salido del horno, el filólogo y el erudito eligen el primero. Entre un mancebo apolíneo y un vejete horrendo, de verrugosa nariz, el pintor elige el segundo y disputa de buena fe que es más hermoso pictóricamente. ¡Qué aberración! Pero hay algo que me exaspera aún más.
Cervantes, Quijote, I, 20: «... y no querría que pocas cosas penase mi ánima en el otro mundo.» Calderón, en su Entremés de las Carnestolendas: «VEJETE. Hombre, ¿comes, o engulles? GRACIOSO. ¡Lindo chasco!
Pero sucede también con frecuencia, que una decisión de esta especie, por absurda que sea, se copia en muchos libros y pasa de unos escritores á otros, sin que ninguno se tome el trabajo de examinar con cuidado si es ó no fundada. «El vejete, leemos nosotros; el galán apuesto, la elegante dama, el criado, la doncella, aparecen en todas las comedias españolas como personajes indispensables y perpetuos.» ¿Quién no creerá, al oir esto, que, á semejanza de la commedia italiana dell'arte, el drama español usa también sus máscaras determinadas, moviéndose en tan estrecho círculo?
Algunas señoras se llevaban a los ojos una punta del guante, y en el paraíso, un vejete lloriqueaba metiendo la nariz en el embozo de la capa para sofocar sus gemidos. Los vecinos se reían. ¡Vamos hombre, que no era para tanto! La representación seguía su curso en medio de los ecos del entusiasmo. Ahora el heraldo invitaba a los presentes, por si alguno quería defender a Elsa. Bueno, adelante.
¿No vé usted que soy oficial? preguntó Martín. No importa replicó el viejo . ¿Quién va adentro? Dos madres recoletas que marchan a Logroño. ¿No saben ustedes que en Viana están los liberales? preguntó el viejo. No importa, pasaremos. Vamos a ver a esas señoras murmuró el vejete. ¡Eh, Bautista! Ten cuidado dijo Martín en vasco. Descendió Urbide del pescante y tras él saltó el demandadero.
Bien, señor manifestó Benina con humildad, pensando que más cuenta le tenía conformarse, y coger lo que se le daba, sin meterse en cuestiones con el estrafalario y ruin vejete . Yo le respondo de que se llevarán los apuntes con ministración, y no se nos escapará ni una hilacha... ¿Con que pasaré los días 24? Nos viene bien para ayuda de la casa.
Un vejete de barba corta y dura sobre un rostro de cadavérica palidez se inclinó profundamente á su paso, sin que su modestia sufriese al no recibir contestación. Era el hombre más buscado y halagado por las damas que frecuentaban el Casino. Llevaba una especie de solideo negro en la cabeza, el sombrero en la diestra y una medalla de esmalte con el Corazón de Jesús en una solapa.
Palabra del Dia
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