Vietnam or Thailand ? Vote for the TOP Country of the Week !

Actualizado: 25 de junio de 2025


Pero «no se devolvían los originales». Aprovechaba el borrador y publicaba aquello en El Lábaro, el periódico reaccionario de Vetusta. Otro lector constante era un vejete semi-idiota que jamás se acostaba sin haber leído todos los fondos de la prensa que llegaba al Casino. Deleitábale singularmente la prosa amazacotada de un periódico que tenía fama de hábil y circunspecto.

¡Cálmate, vejete! Carlos, ¿quién es ese tío, vamos? ¡Corre! ¡Cállate, insensato! ¡Vamos, toma esto! Y con mano nerviosa Carlos Tomás llenó de licor una copa. Bebe y vete, hasta mañana... en cualquier parte, pero déjanos; vete en seguida y déjanos en paz.

Pensó que era preciso avisar al señor Cuadros; tal vez él como hombre experto en los negocios, encontraría el medio de salir a flote. Extrañábale mucho que no estuviera en la Bolsa, siendo aquella tarde de agitación y de emociones, y salió inmediatamente en su busca. En Las Tres Rosas sólo encontró a don Eugenio. ¿Qué ocurre? preguntó el vejete . Tienes cara de susto.... ¿Que si está Antonio?

¡Amigooó! dijo con voz ronca, quebrada como de rana, enseñando unos cuantos pesos mejicanos. Camaroncocido vió los pesos, y se encogió de hombros. A él ¿qué le importaban? El vejete era su digno contraste.

El tono pedantesco, la voz nasal y recia y la acción de dómine con que emitía su declaración habían impresionado de mal modo al auditorio, pero peor que a todos al presidente, que le miraba con ojos torvos desde que había comenzado. Cuando ya tuvo lleno el saco de la paciencia, que no llevaba mucha, dijo con su voz áspera de vejete irritable: ¿Acaso quiere usted darnos un curso de derecho penal?

Los recién casados, creyendo que si el vejete no les daba de almorzar, no les negaría su bendición, fueron allá muy gozosos; pero el Demonio, que jamás descansa, hizo que Carnicero tuviese noticias ciertas aquella misma mañana de las traicioncillas de Pipaón y de los soplos infames que había llevado a la antecámara de Su Majestad la Reina Cristina.

Esto es lo primero que hay que procurar. Si no quiere, buscaremos otro medio.» <tb> Aquel mismo día por la noche Cristeta mandó recado a don Quintín rogándole que fuese a verla. Obedeció el vejete, y hablaron largo y tendido. La sobrina dio encargos e instrucciones; el tío, por la cuenta que le tenía, prometió obedecer.

Movida por la curiosidad y espoleada por su instinto de mujer perdida, aceptó Carola la proposición; pero lo que más inclinó su ánimo fue aquella remota posibilidad de que llegasen a ser suyos los muebles a que se refirió el vejete. Si no había mentido, y cuenta que el caso, por lo vulgar, parecía verosímil, no era soñar con lo imposible.

Palabra del Dia

irrascible

Otros Mirando