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Actualizado: 26 de mayo de 2025
De modo que tú, pobre, miserable, destinada a un trabajo rudo y penoso, mal alimentada, mal vestida, sin fuego con que calentarte, sin lecho en que dormir, ¿estás resignada con tu suerte? Sí, señor, contestó Amparo repitiendo su triste sonrisa. ¡Oh! Tú no conoces al mundo, eres muy joven; estás soñando. Me he criado en una casa de vecindad y tengo ya catorce años. ¿Pretendes tener experiencia?
Con el de que no pases más noches malas; con el de que aprendas un oficio y puedas ser la honrada mujer de un artesano. ¿Y quién es el padre Ambrosio? Un religioso exclaustrado de la Merced, que vive hace muchos años en la misma casa de vecindad donde yo vivo; un digno ministro del Altísimo; mi padre; la guía que Dios me ha dado viéndome desamparada en el mundo. ¡Ah! ¡un religioso!
No tomemos a broma estas graves cosas, Sr. D. Luis dijo algo amoscado el que podremos llamar vencedor de Ceriñola , ni nos escandalice a la vecindad con sus aspavientos.
En cuanto a Cliff, tenía vergüenza de que lo llamaran sastre. Además, lo mortificaba cruelmente que se burlaran de su manera de montar, y ninguna persona de distinción de la vecindad lo podía soportar. Entretanto, su pobre hijo cayó enfermo y murió. El padre no le sobrevivió mucho. Se había puesto más extravagante que nunca.
Creo, y lo digo formal, que dentro de poco serán inútiles las cédulas de vecindad, llevando cada cual su fotografía en el bolsillo, ó pegada al pecho á guisa de medalla ó de cruz. El fotógrafo sucederá al agente de policía. Á mí se me ocurre otro verso: Retrátate, sí, Torcuato; Basta de hablar: ¡pronto! ¡pronto! Hoy no se puede ser tonto.... Si no lo dice el retrato.
El maestro de escuela, inteligente, bondadoso, joven y guapo, y que siente por la muchacha muy tierna simpatía, la saca del agua y la lleva casi exánime, tiritando con el frío de la calentura, á cierta casa de vecindad de gente pobre, donde ponen á la ñiña en un mezquino camistrajo y vienen el médico á visitarla y una Hermana de la Caridad á cuidar de ella.
El alboroto había subido de tal suerte y la gritería era tan escandalosa, que algunos balcones de la vecindad dejaron escapar un chirrido y se abrieron discretamente. Las cabezas investigadoras que por ellos asomaron, no logrando enterarse de lo que ocurría y temiendo resfriarse, se retiraron al instante.
No por cierto; murió con la resignación de una cristiana entre mis brazos. ¿Y su marido? Está empleado en provincias. ¿Y el padre Ambrosio? Sigue viviendo en su casa de vecindad. ¿Y tú?... ¿cómo estás al frente del colegio? Antes de que muriera doña Gregoria lo estaba ya.
Rafael apenas comió, trastornado por la vecindad de la Marquesita. Le atormentaba el contacto de aquel cuerpo hermoso hecho para el amor; el perfume incitante de la carne fresca purificada por una limpieza desconocida en los campos.
Mi queridísimo amigo y pariente: Como sé que también lo eres del señor regente de la Audiencia de este territorio, y que es raro el paso que da en el cumplimiento de sus altos deberes sin oír tu dictamen, espero que le recomiendes con todo empeño la pronta y favorable resolución del pleito que pende ante aquélla, contra don Jeromo Cuarterola, de esta vecindad, y persona de todo mi aprecio, sobre un supuesto contrabando.
Palabra del Dia
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