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Actualizado: 21 de septiembre de 2025


No era pura galantería ó gratitud lo que le impulsaba á ello. Había también su parte de vanidad, porque Mercedes tenía novio, y éste, que era un mancebo casi imberbe, no mal parecido, llamado Gabino, andaba celoso, desesperado, desde que viera que su novia coqueteaba con Velázquez.

El hombre ama naturalmente la verdad y el bien; y no se aparta de ellos sino cuando las pasiones le arrastran y extravian. Miente el mentiroso en ofreciéndosele alguna ocasion en que faltando á la verdad, cree favorecer sus intereses ó lisonjear su vanidad necia; pero fuera de estos casos, naturalmente dice la verdad, y habla como el resto de los hombres.

Por desesperación, por idealismo. Serías buena, no serías perversa. no puedes entenderme ¿ves? Yo daría mi vida por un verdadero amor y por alguien que realmente lo mereciera. Y , en tanto, no serías capaz de sacrificarte nunca. Creyéndote buena, sin embargo estás sin saberlo llena de vanidad y de tontera.

También Fernando, que durante los primeros meses sólo veía en María Teresa una conquista más, una mujer elegante y hermosa que halagaba su masculina vanidad, sufría de pronto iguales cóleras.

Tiene pocos o ningunos principios, y pasa, sin embargo, por haberse mostrado virtuosa en más de una circunstancia. Pero emplea una especie de ostentación en adornarse con la amistad de Lacante, cuyo alcance parece que trata de acentuar. Y es que así conviene a su vanidad.

No había quedado perro ni gato, en diez leguas á la redonda, á quien D. Casimiro no hubiera dado parte de su ventura. Ahora, su caída y su desventura debían de ser é iban siendo no menos sonadas, y, por desgracia, harto más aplaudidas. La vanidad del hidalgo bermejino recibía desaforados golpes. Pero ¿cómo vengarse?

9 Alégrate, joven, en tu juventud, y tome placer tu corazón en los días de tu juventud; y anda en los caminos de tu corazón, y en la vista de tus ojos; pero sabe, que sobre todas estas cosas te traerá Dios a juicio. 10 Quita pues la tristeza de tu corazón, y aparta el mal de tu carne; porque la niñez y la juventud son vanidad.

El amor de los placeres se neutraliza con el amor de la propia dignidad; el exceso del orgullo se templa con el temor de hacerse aborrecible, la vanidad se modera por el miedo al ridículo; la pereza se estimula con el deseo de la gloria; la ira se enfrena por no parecer descompuesto; la sed de venganza se mitiga ó extingue, con la dicha y la honra que resultan de ser generoso.

»¡Oh! ¡Qué amargo sarcasmo! ¡Qué lección tan terrible recibe del destino mi vanidad de sabio! «¡Ah! Es que las enfermedades de todos esos a quienes yo he curado eran terribles, , pero no mortales necesariamente; eran enfermedades para todas las cuales hay remedios conocidos.

Una saya de seda color de rosa, recogida en ricos y graciosos pliegues por la diminuta mano, daba magestad á su erguido busto cuyos movimientos favorecidos por el ondulante cuello delataban todos los triunfos de la vanidad y de la coquetería satisfecha.

Palabra del Dia

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