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Actualizado: 20 de octubre de 2025
Pero no quiero irme sin darte una limosna y un consejo. La limosna en esta. Toma, para ayuda de un panecillo». Alargó la mano ofreciéndole dos duros, y viendo que el otro no los tomaba, púsolos sobre una de las sillas. «El consejo allá va. Tú no vales absolutamente para nada. No sabes ningún oficio, ni siquiera el de peón, porque eres haragán y no te gusta cargar pesos.
Mochi se aproxima al héroe, le abraza y le dice al oído, rozándose los rostros: Bonifacio, lo que te debo, lo que vales, nunca lo olvidará este pobre artista desconocido y postergado. Las lágrimas de Mochi, mezcladas con los polvos de arroz que no ha limpiado bien aquella noche, caen sobre las mejillas del improvisado anfitrión.
El jefe supremo de los brahmanes, el sublime y venerando Balarán, alma de la conjuración, sabe lo que vales y solicita misteriosa y recatadamente tu auxilio. Para alcanzarle ha venido a Goa en tu busca el sabio brahmán Narada, confidente de Balarán, que ha hablado ya conmigo y que pide audiencia para hablarte.
Se acordaban de pronto de los numerosos vales que llevaban firmados: iba a llegar el momento de ajustar cuentas con el mayordomo. Un ambiente de tristeza y desasosiego se esparcía por el buque, velando las voces y haciendo languidecer las conversaciones. Los sitios vacíos inspiraban el melancólico recuerdo de los ausentes.
Cuando conozcas una muchedumbre de juicios, comparándolos después con el tuyo, podrás formar idea aproximada de lo que vales. El mío es que tienes aptitud para el arte que cultivas. Si creyese que no la tenías me guardaría de proponerte que presentases obra alguna en el certamen, porque te quiero demasiado para exponerte a hacer un papel desairado o ridículo.
Hizo mil monerías felinas, se volvió dulce, obediente, prudentísima en todo, prometiendo cuanto se le exigía y más aún. Periquín, reprecioso, anda, mono, ¿verdad que me llevas? Anda, di que sí, bobo, anda. ¡Si vales tú más que todas las cosas! Anda, ¿qué Puertollano ni qué...? Vamos a Francia, ¡qué gusto, señor! ¡parece mentira! ¡Qué dirán cuando lo sepan Visitación y las de Lomillos!
No ménos que su reconocimiento fuéron amorosos sus vales: porque, como está escrito en el gran libro del Zenda, las dos épocas mas solemnes de la vida son el instante en que nos volvemos á ver, y aquel en que nos separamos. Queria Zadig á la reyna tanto como se lo juraba, y la reyna queria á Zadig mas de lo que decia.
Pero lo que ésta no sabía, ni sospechar pudo el mismo estudiante, fué que, habiéndose éste sentido con sed y decidido á echar medio en sangría en la taberna del lugar, que halló al paso, huyendo de la máxima de su padre de que «el agua cría ranas», lo primero con que tropezó, antes que con el tabernero, fué el mayorazgo, el cual, al guiparle, le enjaretó un «amice, ¿quo modo vales?» que quitó al estudiante hasta la sed.
No, sino haceos miel, y paparos han moscas; tanto vales cuanto tienes, decía una mi agüela, y del hombre arraigado no te verás vengado. ¡Oh, maldito seas de Dios, Sancho! -dijo a esta sazón don Quijote-. ¡Sesenta mil satanases te lleven a ti y a tus refranes! Una hora ha que los estás ensartando y dándome con cada uno tragos de tormento.
Si eres hermosa, otras lo son también, y si te quiero no es por tu mérito, sino por ser la primera mujer con que he tropezado... Después de todo, quizá no esté enamorado de ti, sino de la imagen que de ti se ha formado en mi corazón... Porque, á la verdad... voy viendo que interiormente vales bien poquito. Soledad se puso á su vez roja como una amapola.
Palabra del Dia
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