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Actualizado: 31 de mayo de 2025
Si de vuelta de correr la sardina salía alcanzada la mujer del Tuerto en la cuenta que éste le tomaba rigorosamente, en el balcón se oía la primera guantada de las que administraba el desdichado marido á su costilla; desde el balcón llamaba á su padre, á su madre y á Tremontorio; desde el balcón les contaba lo sucedido, y renegaba furibundo de su mujer; desde el balcón imploraba el auxilio de Dios..., y de balcón á balcón se enredaba un diálogo animadísimo que entretenía, por espacio de media hora, á las gentes de la calle.
Recuerden que Blair me pagó lo justo, y aun más de lo estipulado; pero, como ustedes lo saben bien, era un hombre sumamente reservado en todo lo concerniente a sus asuntos, y me dejó sin saber nada. ¿Y no puede darnos más informes sobre este tuerto que parece que ha sido socio de Blair en la extraordinaria empresa misteriosa?
Mi hija Dolly explicó el tuerto Dawson. Permítanme ustedes que los presente, y ambos le hicimos un saludo frío, porque nos chocaba sobremanera el modo de los dos, pues parecía que se habían establecido allí y tomado en sus manos el manejo de la casa.
No es cosa de aguardar a que esos incircuncisos vengan aquí a darle a uno tósigo. Mas ya el cura de Boán y el señorito de Limioso, unidos al Tuerto, formaban un grupo lleno de decisión.
Algunas veces el inglés tuerto que hablaba el italiano tan bien, iba al monasterio y permanecía allí varias horas, y otras fray Antonio venía a la posada y se encerraba con el huésped en el mayor secreto.
El Tuerto, oída esta última palabra, tumba de un sopapo á sus pies á la delincuente, corre á la cama, revuelve las hojas de su jergón, saca de entre ellas una botellita blanca que contiene un pequeño resto del delatado contrabando, vuelve con ella hacia su mujer, y arrojándosela á la cabeza en el momento en que se incorporaba, la derriba de nuevo y salpica á los chiquillos con el líquido pecaminoso.
Ella, enderezando la voz y el rostro a don Quijote, dijo: -Días ha, valeroso caballero, que os tengo dada cuenta de la sinrazón y alevosía que un mal labrador tiene fecha a mi muy querida y amada fija, que es esta desdichada que aquí está presente, y vos me habedes prometido de volver por ella, enderezándole el tuerto que le tienen fecho, y agora ha llegado a mi noticia que os queredes partir deste castillo, en busca de las buenas venturas que Dios os depare; y así, querría que, antes que os escurriésedes por esos caminos, desafiásedes a este rústico indómito, y le hiciésedes que se casase con mi hija, en cumplimiento de la palabra que le dio de ser su esposo, antes y primero que yogase con ella; porque pensar que el duque mi señor me ha de hacer justicia es pedir peras al olmo, por la ocasión que ya a vuesa merced en puridad tengo declarada.
En esto transponíamos las puertas del Casino, y yo observé que el portero era tuerto. «¡Qué coincidencia! exclamé . Este portero tuerto, aquí donde se juega tanto dinero... ¿Es que habrá todavía en San Sebastián una crónica por hacer?» Pero Fernández Flórez ya había hablado también del portero tuerto...
Sin embargo de todo lo dicho, se ha señalado para una guardia el punto del Tigre Tuerto, que sobre ser excelente, tiene la ventaja de hallarse en proporcionada distancia para que todo quede igualmente defindido. Se le ha puesto el nombre de Irala, en consideracion á tan ilustre personage, y á su celebridad en estos paises. Lloviò sin cesar, y el dia 4 lo mismo. No se caminó.
El Tuerto no quiso oir más, y salió de la bodega de Tremontorio, echando llamas por los torcidos ojos y maldiciones por la boca.
Palabra del Dia
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