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Actualizado: 13 de mayo de 2025
Todo lo que me gusta a mí le gusta a Luis: nuestro acuerdo respecto a las cosas del arte y del pensamiento continua en lo relativo a la vida. »Papá me pregunta si estoy contenta: yo doy gracias al Señor, de la felicidad que me acuerda. Que nos acuerda: él no quiere creer en lo que ha sucedido. La idea de que casándome pudiera sentirme desgraciada, era su tormento.
Feli, despechugada, sudorosa, respirando con dificultad, arrastraba los pies yendo de un lado a otro, abrumada por este calor que era un nuevo tormento. Crujían durante la noche, con chasquidos alarmantes, las maderas de los muebles, las tablas ocupadas por los libros del devoto, sobre cuyos lomos polvorientos movíanse las polillas.
Si lejos de la vista de mi amada me lleva de los hados el rigor, tan sólo es la esperanza quien mitiga mi tormento cruel y mi aflicción. ¡Bravo!, ¡bravo! ¡Qué bonita! ¡Qué dulce! ¡Qué melancólica! Siga usted, por Dios, Margarita, siga usted.
Los entusiastas dábanle consejos a gritos. ¡Despáchalo pronto! Es un buey que no merece nada. El torero tendió su muleta ante la bestia, y ésta arremetió, pero con paso tardo, escarmentada por el tormento, con una intención manifiesta de aplastar, de herir, como si el martirio hubiese despertado su fiereza. Aquel hombre era el primero que se colocaba ante sus cuernos después del suplicio.
Marianela; 2 pesetas. La Familia de León Roch; 3 tomos, 6 pesetas. El Amigo manso; 3 pesetas. La Desheredada; 8 pesetas. El Doctor Centeno; 2 tomos, 6 pesetas. Tormento; 3,50 pesetas. La de Bringas, tercera parte del Doctor Centeno; 3 pesetas. Lo Prohibido; 2 tomos, 6 pesetas. La Fontana de Oro; 2 pesetas. Episodios Nacionales: edición ilustrada con más de 1.200 facsímile. Tomo I. Trafalgar.
NARV. Moro, pues sabes el mío, Dime el tuyo; que, si puedo, Obligado a tu bien quedo. ARR. De tu grandeza lo fío. NARV. Esta mi pasión me obliga A pensar que quieres. ARR. Quiero... Pero mi tormento fiero No permitáis que os le diga; Mayor es que amor airado. NARV. ¿Mayor que amor puede ser? ARR. Es celos de mi mujer, Rodrigo, que soy casado. NARV. ¡Con celos, y estás aquí!
Sí, pero el alcalde y el escribano eran amigos; mejor: les había hablado don Rodrigo, y aun más que hablado, y lo del tormento quedó en ceremonia.
Por indicios y causas que no cuento, Que de estos los procesos estan llenos, Al Abrego dá Lerma gran tormento Con otros que no estaban muy agenos De saber sus secretos: mas no siento Los secretos si malos son ó buenos, De Santa-Fé el motin bien impidiera, El Abrego, se dice, si quisiera.
¿Quién? preguntó Santa Cruz algo atontado. Tu adorado tormento, tu... Cómo se llamaba o cómo se llama... porque supongo que vivirá. No lo sé... ni me importa. Vaya con lo que sales ahora. Es que hace un rato me dio por pensar en ella. Se me ocurrió de repente. ¿Sabes cómo? Vi unos refajos encarnados puestos a secar en un arbusto.
Estaba admirablemente bella y la idea de que otros lo sabían tan bien como yo no tardó en oprimirme agriamente el corazón. Hasta entonces mis sentimientos respecto a Magdalena habían escapado a la mordedura de sensaciones ponzoñosas. «Un tormento más», me dije. Creía haber agotado toda suerte de desfallecimientos.
Palabra del Dia
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