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Actualizado: 13 de julio de 2025


Al tiempo que en la horca esta subido, De su conciencia y alma temeroso, Pública como en todo habia mentido Por medio del tormento riguroso, A voces testimonio fué pedido De aquello que allí dice, y el furioso Verdugo le colgó, que está compuesto Que hiciese el oficio muy de presto.

Ella miró el reloj: las tres. Había que decidirse. Hizo un gesto cruel y levantó los hombros. Luego fué hasta la puerta por donde había desaparecido su esposo: Quédate, Federico; no te ocupes de . Cree que si te dejo es únicamente por no molestar á nuestros amigos. ¡Ay, las exigencias sociales! ¡Qué tormento!...

Venidos los bajeles, y buen viento, La zabra desencalla del bajio, Sin recibir de aquesto algun tormento, Que piedras por aquì no tiene el rio. Al puerto se llegó con gran contento, A donde el Guaranì volvió con pio De haber de los rescates castellanos, Y trajo por rescate dos cristianos.

Le inspiraba miedo la hermosura de esta mujer; estaba estremecido aún por el contacto de las firmes redondeces que acababa de rozar durante la corta lucha. Su virtud soñolienta había sufrido el tormento de una resurrección sin objeto. «¡Ah, no!... Que se encargasen otros de expulsarla

No cuáles serán las consecuencias. Pero esta deuda mía para con él, cuya ruina y tormento he sido, tiene al fin que quedar satisfecha. En tus manos está la destrucción ó la conservación de su buen nombre y estado social, y tal vez hasta su vida.

La incomodidad, el disgusto el cruel sufrimiento han cesado con la fiebre que enloquecía mi cerebro, con la fiebre llamada «vivir» que consumía mi cerebro. Y de todos los tormentos, aquel que más tortura ha cesado: el terrible tormento de la sed por la corriente oscura de una pasión maldita. He bebido de un agua que apaga toda sed.

Le embadurnaba con la pasta blanca, pugnando por sostener al paciente, que intentaba librar los ojos y la boca del tormento de la escoba.

Don Víctor llegó a creer que a Mesía ya no le importaban en el mundo más negocios que los de él, los de Quintanar, y sin miedo de aburrirle, tardes enteras le tenía amarrado a su brazo, dando vueltas por las tablas temblonas del salón, parándose a cada pasaje interesante del relato o siempre que había una duda que consultar con el amigo. Don Álvaro sufría el tormento pensando en la venganza.

¿Quién sabe?... Y cuando más esperanzas ponía en el porvenir, la realidad la despertaba en forma de brutal terronazo, mientras el viejo decía con voz áspera: Arre, que ya es hora. Y otra vez al trabajo, a dar tormento a la tierra, que se quejaba cubriéndose de flores.

Cada año os haré una fiesta Por señal de mi alegría. ¡Oh bien sufrido tormento! ¡Oh bien lograda esperanza, Bien fundada confianza, Bien nacido pensamiento! Alegres pesares míos, Discreta y justa porfía, Cuerda y famosa osadía, Venturosos desvaríos.

Palabra del Dia

malignas

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