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Actualizado: 29 de junio de 2025
Así, en su casa, que un corredor ponía en comunicación con su teatro, Margarita reunía todas las noches á los prohombres de aquella época de furiosas tormentas políticas, y bajo los ojos conciliadores, un poco burlones, de la actriz, los Montañeses y los Girondinos deponían sus odios pasajeramente y se daban las manos.
Y estrechó, con calor, la mano que don Álvaro le ofrecía. La marcha fúnebre sonaba a los lejos. El chin, chin de los platillos, el rum rum del bombo servían de marco a las palabras grandilocuentes de Quintanar. ¡Qué sería del hombre en estas tormentas de la vida, si la amistad no ofreciera al pobre náufrago una tabla donde apoyarse!
Tras un galope de algunas leguas andaba de vago y era joven y aficionado al baile y las buenas mozas llegué al viejo rancho desmantelado y solitario veterano de cien tormentas donde se iba a bailar, cosa que no era muy frecuente entonces, dada la escasez de población en aquellos parajes.
Llenósele la fantasía de todo aquello que leía en los libros, así de encantamentos como de pendencias, batallas, desafíos, heridas, requiebros, amores, tormentas y disparates imposibles; y asentósele de tal modo en la imaginación que era verdad toda aquella máquina de aquellas sonadas soñadas invenciones que leía, que para él no había otra historia más cierta en el mundo.
Toma a otro de socio cuando vayas con hembras. Gallardo sonrió satisfecho. No sería nada; aquello pasaba pronto. Tormentas mayores había afrontado. Lo que debes asé es vení por casa. Así, con mucha gente, no hay bronca. ¿Yo? exclamaba el Nacional . Primero cura. Tras estas palabras, el espada creía inútil insistir.
Conoció después los tornados de Asia, las horribles tormentas circulares, que en el hemisferio boreal ruedan de derecha á izquierda y en el austral de izquierda á derecha. Eran accidentes rápidos, de horas, ó de días cuando más. El había doblado el cabo de Hornos en pleno invierno, después de una lucha contra los elementos que duró dos meses.
De esta clase de aventuras es claro que no le habló a Emma aquella noche; fue más adelante, cuando su trato llegó a ser más íntimo, cuando ella supo de esta clase de tormentas porque también había pasado la juventud pintoresca de su amigo.
No en vano fueron por ignotos mares de Hispania las veloces carabelas, en comunión ferviente con la Audacia y los altos designios de la Idea; no en vano los Cortés y los Balboa desafiaron el hambre y las tormentas, y sus bridones épicos midieron las pampas infinitas de la América; no en vano sobre el pico de los Andes, dueña del mundo, flameó tu enseña, tan amplia que cubrió dos continentes, tan gloriosa, tan noble y tan excelsa; no en vano, por tres siglos, tus ejércitos han levantado en mi solar sus tiendas, y vieron el prodigio de mis lagos y de mis bellas noches el poema; no en vano en nuestras almas imprimistes de tus virtudes la radiosa estela, y gallardos enjoyan tus rosales plenos de aroma las nativas sendas: tu imperio espiritual vive y perdura, y extiende su simbólica cadena del Pirene a los Andes y al Carballo, y en un abrazo inmenso los estrecha.
Vivía del botín que su hermana hacía, y nunca bajaba del Bocksberg; pero en el mes de julio, al llegar el tiempo de los grandes calores, sacudía, desde lo alto de su ladera, un cardo seco en dirección de las mieses de todos aquellos que no habían llenado regularmente el cesto de Catalina, lo cual atraía sobre las propiedades condenadas tormentas terribles, el granizo y grandes plagas de ratas y topos.
Apolonio comenzaba a engolfarse en el negro ponto de las empresas mercantiles. Cierto que iba viento en popa; pero Belarmino, viendo navegar la nave de su afortunado rival, pensaba, con sentimiento lastimoso: «¿Cuánto durará la bonanza? Un guiño de ojos. Te embestirán las tormentas. Te veré vacilar y bailar sobre las olas, como un cojo sin muletas.
Palabra del Dia
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