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Así, en su casa, que un corredor ponía en comunicación con su teatro, Margarita reunía todas las noches á los prohombres de aquella época de furiosas tormentas políticas, y bajo los ojos conciliadores, un poco burlones, de la actriz, los Montañeses y los Girondinos deponían sus odios pasajeramente y se daban las manos.

Por encima de las cabezas sólo se veían pasar piedras, y los que las habían arrojado se lamentaban de que éstas no pudiesen llegar hasta el ser á quien iban dedicadas. Gillespie adivinó instintivamente la agresividad contra él que parecía diluida en el espacio. Por esto no quiso escuchar en los primeros momentos los consejos conciliadores que le daba el profesor.

¡Bah! interrumpió Hullin, que veía iniciarse una disputa entre los dos hombres, poco conciliadores por naturaleza ; dejemos eso; todo el mundo ha cumplido con su deber, que es lo principal. Y luego, dirigiéndose a Materne, añadió: Acabo de enviar un parlamentario a Framont para comunicar a los alemanes que pueden venir a retirar sus heridos.

Y como también él echaba de menos la expansión en nuestra intimidad, que nos hacía más flexibles, más conciliadores, mejores, estando juntos, le hablé de él, de su vida que pasaba casi enteramente apartado de , y lamenté el no saber lo que se hacía y si tenía o no razones para estar satisfecho. Satisfecho. He ahí la palabra me dijo con una expresión casi cómica.

No he querido decir nada a la marquesa, por no alarmarla. ¡Ah, los frutos del ambiente de esa condenada casa de locos ambiciosos e intrigantes! ¿Qué han de sacar de ella los hombres desinteresados y conciliadores como yo, sino grandes desencantos y trastornos cerebrales? ¡No sabes con qué ansia aguardo el momento de salir a respirar aires libres y más sanos, fuera de la atmósfera candente en que nos abrasamos aquí los desdichados a quienes el patriotismo obliga a encadenar hasta sus afectos más íntimos al presidio de los negocios del Estado!... Tienes mi permiso para retirarte, Simón... ¡Ah!, se me olvidaba..., y vaya la noticia por lo que has de gozarte en ella, no porque yo le la menor importancia, ni deje de considerar el suceso como un tardío acto de desagravio, por parte del desagradecido Gobierno: lo de mi senaduría es cosa acordada, al fin.