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Actualizado: 29 de mayo de 2025
Es necesario haber presenciado esas tormentas de las regiones tropicales, para tener una verdadera idea de la violencia con que sopla el viento, y de los torrentos de agua que se desprenden sobre la naturaleza espantada.
Las tormentas precedidas de viento y sucia polvareda le excitaban horriblemente los nervios, y su único gusto al presenciarlas era ver desmentidos los pronósticos meteorológicos de Bringas, el cual, desde que el cielo se nublaba, decía: «verás cómo esta tarde refresca». ¡Qué había de refrescar...! Al contrario, duplicaba el calor.
«Las monzones determinan y fijan con exactitud las alteraciones de la atmósfera, asegurando el tiempo propio de viajar ó navegar sin peligro por aquellos mares, así como el de los vaguios ó temporales, que tienen lugar siempre en los meses de Septiembre, Octubre y Noviembre; y las fuertes tormentas y tronadas en Abril, Mayo y Junio.
Larga y penosa dijo Miguel de Zuheros va a ser nuestra navegación hasta llegar a las regiones del extremo Oriente. Enorme es el rodeo que tenemos que dar, bajando hasta el Cabo de las Tormentas, hoy de Buena Esperanza, que Bartolomé Díaz dobló por vez primera.
En situaciones tales hay, más que una sensación ponderable, un presentimiento realmente inconsciente y fugaz, como el breve relámpago precursor de una remotísima tempestad; uno de esos destellos, instantáneos y pálidos, que las grandes tormentas, en marcha, lanzan en silencio al espacio cuando aun se encuentran muy por debajo de la línea del horizonte sensible.
Si tú quisieras levantarme dos dedos del suelo con el pico y abanicarme con tu ala, con esto tendría bastante para tomar vuelo y dirigirme a mi caverna, donde mi madre y mis hermanas, las tormentas, se emplean en remendar unas nubes viejas que yo desgarré. Allí me darán unas sopitas y cobraré nuevos bríos.»
En el mismo capítulo en que me hacía el agradable cumplimiento que he citado, decía Vd., hablando del sitio de Montevideo, de que yo era soldado en aquella época: «En medio de este caos de intereses, respirando la atmósfera cargada de humo, y encerradas en un horizonte que á cada punto tiene aparejadas tormentas que de una hora á otra pueden descargar sobre sus cabezas, las musas argentinas, cualquiera que sea la ribera donde les sea permitido entregarse á sus sueños, lo divinizan todo, hasta la desesperacion y el desencanto.
Púsose en guardia Quevedo, á quien parecía un tanto sospechosa aquella facilidad en soltarse de lengua, en quien tan severo había empezado, y dijo: Páguele Dios, hermano, la buena voluntad que me tiene, si es que yo no puedo pagársela, que sí podré, que estas son tormentas que pasan, y dígame lo que quiera, que aprovechará. Breve tiene que ser, porque esperan y pudieran sospechar.
Todo el error de la casamentera deriva de creer que el amor surge de la conveniencia y no al contrario, la conveniencia del amor, porque, donde no hay amor, todo es inconveniente. Generalmente la casamentera no ha tenido grandes pasiones. Ignora las tormentas del corazón.
No es ya la mirada, sino la imaginación la que se espanta al pensar en lo que la montaña era entonces y en lo que le han robado nieves, hielos, lluvias y tormentas durante la serie de los tiempos. ¡Qué infinita historia, qué innumerables vicisitudes en la sucesión de las plantas, de los animales y de los hombres, desde que los montes cambiaron de forma y perdieron la mitad de su elevación!
Palabra del Dia
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