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Actualizado: 29 de junio de 2025
Aunque hablaban en falsete, sus fisonomías graves y sus ademanes decididos llamaron la atención del general Patiño, el cual, con admirable penetración, dijo a la marquesa de Ujo: Mire usted a Pepa y a Arbós. Hay nube de verano entre ellos. ¡Qué hermoso es el amor hasta en sus fugaces tormentas!
La explotación, el robo más escandaloso al marinero ignorante como una bestia y que, bajo los vapores del aguardiente, se deja despojar del premio de un año de labor, jugando su vida en las tormentas. ¡Esas mujeres, sobre todo, esas mujeres, asquerosas arpías, negras y angulosas, esparciendo a su alrededor la mezcla de su olor ingénito y de un pacholí que hace dar vuelta al estómago!... Pouah!...
Llegó Quevedo, se detuvo y contempló profundamente al joven. ¡Si las tormentas no se calmarán al fin...! dijo . ¡Como su padre! ¡son mucho, mucho hombres estos Girones! ¡ó muy poco! ¿quién sabe? Y hace frío y llueve. ¡Don Juan! El joven se levantó de sobre la repisa aturdido.
Unos refunfuñando, y otros de buen grado; por miedo los pusilánimes, y los exaltados porque en los ojos de Gasparón adivinaron algo tremendo y misterioso, todos accedieron a su ruego; y la reunión se disolvió enseguida, semejante a una de esas tormentas que llevan en su seno el rayo y no lo lanzan a la tierra.
Ordena, yo obedecere. Yo soy quien vuela sobre el aquilon y el que prepara las tormentas. La tempestad que he dejado detras de mi esta todavia ardiendo con los fuegos de los truenos y de los relampagos. Para llegar mas pronto en donde tu te hallas ha atravesado la tierra y los mares en un huracan.
El carro de un payés le llevó hasta cerca de San José, y al separarse de él emprendió la marcha por el monte, pasando entre pinares encorvados por las grandes tormentas. El cielo estaba nebuloso; la atmósfera era cálida y pesada. De vez en cuando caían gruesas gotas, pero antes de que las nubes pudieran fijar su lluvia, una ráfaga parecía barrerlas hacia los confines del horizonte.
¡Tiempo de aguas!....¡Tiempo de tormentas!.... ¡Tiempo maldito!....¡Miseria para los pobres!....¡Lutos y hambres!....¡Cúbrese el sol!....¡Sentarvos en la tierra a descansar, mis hijos!...¡Aún hemos de ir mucho por este arenal!...¡Vos dolerán los pies si no descansáis!... ¡Repartirvos ese pan!....¡Tiempo de tormentas!....¡Tiempo de dolor!...
Esta, que corona un fuerte, asentada tranquilamente sobre una roca excelente y muy sólida, puede reirse de las tormentas. Cordouan se encuentra sobre un escollo rodeado continuamente de agua. En verdad que fué mucha audacia edificar sobre la misma onda, ¿qué digo? sobre la violenta onda, en medio del eterno combate de un río y un mar semejantes.
A este balcón es al que se asoma Azorín de cuando en cuando, porque es el de su cuarto, y aquí en este cuarto es donde él pasa sus graves meditaciones y sus tremebundas tormentas espirituales. Azorín se sienta, lee un momento, baja, sale, también de cuando en cuando, a la puerta. Salir a la puerta es una cosa que no se puede hacer en Madrid; es una de las pequeñas voluptuosidades de provincias.
Las borrascas marítimas, los torbellinos de la atmósfera, los trágicos diálogos de los dos Océanos, las tormentas magnéticas llamadas auroras boreales, toda esa fantasmagoría parecíales la Naturaleza furiosamente turbada é irritada, la lucha de Satanás. Durante tres siglos, los progresos fueron lentos.
Palabra del Dia
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