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Actualizado: 29 de julio de 2025
Este desvanecimiento tiene su lado malísimo, lado que no podemos menos de tratar muy en serio, hablando con la experiencia en la memoria. La mayor parte de las comediantas son muchachas muy jóvenes, tan bonitas como pobres. No conocen del mundo más que las 200 brazas de tierra que siembran, ó el azul del cielo bajo el cual tienden las redes ó peinan el abacá.
El público y el orador tienden á fascinarse mutuamente. El primero mira y oye: no sabemos lo que es más terrible, si la mirada ó el oído. Las miles de pupilas dan vértigo. La atención de tanta gente dirigida á una sola voz confunde y anonada. El orador, por su parte, ve y oye: ve la serenidad anhelante ó desdeñosa, y oye toser.
Al grito de furor de los piratas respondieron las carcajadas de los arqueros. ¡Bien, muchachos! gritó Simón. Pero ocultaos de nuevo tras la borda, porque veo que han resuelto aprovechar la lección y tienden red de malla para protegerse contra nuestras flechas. Que nadie asome. No tardaremos en oir silbar las piedras de esos jayanes.
De aquí resulta una modificacion de sus cualidades físicas y vitales capaces de influir en la nutricion general y la inervacion; por lo mismo el régimen tiende á producir modificaciones notables en un sentido, ó en otro, segun los elementos de que se compone y su cantidad; y hé aquí por qué el régimen debe ocupar un lugar en el tratamiento de todas las enfermedades, y en particular de las enfermedades discrásicas, y el por qué los medicamentos á su vez tienden á operar modificaciones de este género, por su accion sobre los nervios ganglionares.
Hemos dicho ya, que es del recurso de arsénico toda inflamacion grave, cuando ha llegado al punto en que la estancacion de los líquidos acumulados y la distension escesiva alteran los tejidos y tienden á gangrenarlos; como por ejemplo, la enorme dilatacion que sufre la conjuntiva palpebral en la oftalmía erisipelatosa.
Debemos mencionar inmediatamente una serie de producciones literarias, cuya índole puede caracterizarse con el nombre de novelas dramáticas. Aludimos á aquéllas, cuyas escenas se ajustan entre sí levemente y sin sujetarse á verdadero plan dramático, y que además, por sus sucesos novelescos é imprevistos, tienden á impresionarnos insólita y sobrenaturalmente.
Suelto el cabello en desatados rizos, que en caprichosas ondas sobre tu espalda mórbida se tienden, velando y no cubriendo sus hechizos; entornados los ojos, que se encienden absorbiendo el placer con sus miradas, tus hermosas mejillas sonrosadas por el calor intenso de la pasion ardiente; entreabierto el labio sonriente, y en lánguido abandono reclinada, altiva recordando con la mente inflamada, los pasados momentos de ventura, la idea de otros mil acariciando que guarda para tí lo venidero... ¡Qué hermosa estás así! ¡Qué feliz eres! ¡Cuántos tesoros guardas codiciosa! ¡Qué ignorados placeres promete tu mirada cariñosa! ¡Oh! pero... escucha y dí: ¿ya no te acuerdas de aquella niña hermosa é inocente, encanto de mi loca fantasía? ¿Acaso no recuerdas su tibia y pura frente?... Toca la tuya... ¿No es aquella?... ¿Abrasa, y no es ya trasparente como aquella?... Mas ¿qué importa si es bella? ¡Sigue escuchando, sigue!... ¿No recuerdas sus ojos apagados, grandes, suaves, serenos... No me mires... Los tuyos, entornados, de brillo y pasion llenos, son más hermosos... pero ya han perdido la tranquila mirada que lucia en la niña inocente que amé un dia. ¿Has dado ya al olvido aquellos labios rojos y brillantes, frescos y húmedos siempre, como la rosa que mojó el rocío?... ¿Por qué tocas los tuyos, amor mio? ¿Están secos? ¿Qué importa?... ¿Queman tánto?... No te aflijas por eso.
El Santo Oficio determinó, pues, saber lo que hubiese en aquello; y una noche a las doce, en sábado, hora en que las brujas tienden su vuelo hacia Barahona, un familiar llamó a las puertas de la casa de la llamada dama fantasma, que se abrieron, obedeciendo humildemente las órdenes de la Inquisición.
Los medicamentos obran en el sentido de la naturaleza, ayudan sus esfuerzos, tienden á donde ella tiende: quò natura vergit eò ducendum.
Luego salta otra, luego otra y otra hasta que todas se tienden exánimes pero risueñas, reflejando en sus mejillas sudorosas y en sus ojos entornados la dulce alegría que se escapa de un pecho inocente.
Palabra del Dia
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