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Actualizado: 11 de noviembre de 2025
Cierto dijo la tía María que el hombre es un viajero; pero si llega a un lugar donde se encuentra bien, debe decir como Elías o como San Pedro, que no estoy cierta: «bien estamos aquí: armemos las tiendas». Si va usted a echarnos a perder la noche dijo Dolores con hablar de viaje, creeremos que le hemos ofendido o que no está aquí a gusto.
Muchos dependientes de tiendas se lanzaron por aquellos escalones de piedra en busca de noticias del simpático enfermo, que padecía de un reuma agudo en la pierna derecha. Barbarita le mandó en seguida su médico, y no satisfecha con esto, ordenó a Juanito que fuese a visitarle, lo que el Delfín hizo de muy buen grado.
En Tiñosa con todos sus términos así como la dió el rey á la Eglesia, los cortijos sobredichos e todo lo que há el cabildo en Córdoba, viñas e heredades, huertas, aceñas, hornos, el almoxarefadgo, todas las tiendas fechas e por façer, el diezmo todo de la tienda de los alcalles, e la alfóndiga que es cerca de Sancta María, e cerca de los baños, e la parte que há el cabildo de las caloñas de los alcalles, e la parte del diezmo de los ganados que vienen a estremo, e del montadgo e de los treinta dineros de los judíos, e toda la parte que cayere al cabildo en los almoxarefadgos de todas las villas que tenian los moros en este obispado cuando los oviese la Eglesia, e toda la partida del cabildo de las Eglesias que son en esta cibdat ó serán, etc.» Arch.
Llevó a Jacinta a su cuarto de vestir y después de mostrarle el nacimiento, le dijo: «Aquí hay más contrabando. Mira. Esta mañana fui a las tiendas, y... aquí tienes: medias de color, un traje de punto, azul, a estilo inglés. Mira la gorra que dice Numancia. Este es un capricho que yo tenía. Estará saladísimo. Te juro que si no le veo con el letrero en la frente, voy a tener un disgusto».
Pues entonces, prorrumpió Luisa, deje la pluma y charlemos un rato. Como ustedes gusten. ¿A qué no sabe usted de dónde venimos? De la iglesia; de las tiendas; vendrán de comprar perendengues y moños. ¡No! exclamaron a una. No acierto.... ¡Adivine usted!... dijo la morena. ¡Adivine usted!... repitió la rubia. No acierto, señoritas.... ¿Oyes, Luisa? ¡No acierta!
Un carruaje tirado por cuatro caballos se llevaba á la señora y las señoritas con los últimos trajes y sombreros llegados de Europa á través de las tiendas de Buenos Aires. Por indicación de Chicha, iba Desnoyers con ellas, tomando las riendas al cochero. El padre se quedaba para recorrer sus campos en la soledad del domingo, enterándose mejor de los descuidos de su gente.
Antiguas decoraciones de teatro, lienzos gruesos con manchas de color en las que se columbraban restos de palacios y frondosos bosques, servían de cortinas y tabiques a estas tiendas de la miseria. El suelo era de guijarros desiguales, que de trecho en trecho se hundían en el fango, desapareciendo bajo los arroyos de agua negra y hedionda.
Frecuentó mucho más las tiendas de vinos y en la suya procuraba que reinase la alegría hasta las altas horas de la noche. Con lo cual, si no se consolaba, por lo menos se aturdía. Era esto poco, sin embargo. Comprendía que la mejor medicina para aliviarse sería un nuevo amor y trató de buscarlo.
2000 cartuchos de carabina. 500 de pistola. 150 piedras de chispa de carabina. 220 idem de pistola. 2 esmeriles con sus trapantes y utensilios. 24 cartuchos de esmeril. 1 pedazo de macho para dar fuego á los esmeriles. 14 tiendas cañoneras completas. 6 azadas encavadas. 2 picos idem. 2 achas idem. 4 palas idem. 1 azuela. 1 escoplo. 1 linterna de talco. 24 estacas de madera fuerte, largas una vara, gruesas dos pulgadas, para mojones. 1 caja de capilla. 5 carretas con los bueyes correspondientes. 3 carretillas de caballos. 2 ejes. 4 rayos y dos camas. 1 carricoche. 48 caballos para las tres carretillas. 30 idem escogidos para montar los oficiales. 70 idem para sus criados y peones.
La tripulación china, que los había abandonado vilmente en el momento en que iban a emprender la persecución de los salvajes para recobrar las calderas, no estaba a bordo del junco. Todos habían desembarcado, y estaban dispersos entre las tiendas, los depósitos de trépang y las hornillas; ¡pero en qué estado!
Palabra del Dia
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