United States or Nicaragua ? Vote for the TOP Country of the Week !


Mas no por esto dejaba el sabio de sacar a relucir la retórica, en que creía, ostentando atrevidas imágenes, figuras de gran energía, entre las que descollaban las más temerarias personificaciones y las epanadiplosis más cadenciosas: hablaban las murallas como libros y solían decir: «tiemblan mis cimientos y mis almenas tiemblan»; y tal puerta cochera hubo que hizo llorar con sus discursos patéticos; por lo cual solía terminar el artículo del arqueólogo diciendo: «En fin, señores de la comisión de obras, sunt lacrimae rerum!».

El viento se retuerce en el hueco de las ventanas, la lluvia azota los cristales, las puertas cerradas tiemblan en sus goznes. ¡Toc-toc!... ¡Toc-toc!... Aquellas puertas de vieja tracería y floreado cerrojo, sienten en la oscuridad manos invisibles que las empujan. ¡Toc-toc!... ¡Toc-toc!... De pronto pasa una ráfaga de silencio y la casa es como un sepulcro.

Sobre sus ojos ves brillar la sorpresa y el terror; pero ella advierte que tus manos tiemblan oprimiendo las suyas, que también te altera la emoción del terror, que tus ojos se llenan de lágrimas. Nada conmueve el dulce silencio de la casa. Has querido hablar y un sollozo te ha cortado la palabra.

Iré a ver a misia Petronila pensó la señora, y le ofreceré la finca en garantía; mi carácter no es para estos casos: nunca he pedido dinero a nadie y creo, estoy segura, que la vergüenza no me dejará hablar... Pero, ¿a quién acudir, si no? ¡Esto, antes que lo otro! Ya me tiemblan las piernas y me pongo colorada... A la calle otra vez. Pero, ¡fíese usted de los amigos y de sus ofrecimientos!

81 No salvan de su juror ni los pobres angelitos; viejos, mozos y chiquitos los mata del mesmo modo: que el indio lo arregla todo con la lanza y con gritos. 82 Tiemblan las carnes al verlo volando al viento la cerda, la rienda en la mano izquierda y la lanza en la derecha; ande enderieza abre brecha pues no hay lanzazo que pierda.

Mi cuerpo semeja un costal lleno de cantos, mis manos siguen tan mondas como siempre, y el cielo mudo y cerrado para . Cuanto a las imágenes de Nuestra Señora de las Vacas e de la Soterraña, a fuerza de mirallas e mirallas, tiemblan e oscilan, como entre el humo de un cirio; pero hablarme, eso nunca; ¡y qué negrura en la mente, qué sequedad, qué apretamiento acá en el corazón! ¡ah!...

Ámonos decía la vieja con gran exaltación en la voz y los ademanes. Ámonos a Jerez en seguía. Quiero que antes de que amenesca la vean todos los nuestros, tan bonita y tan arreglá como la misma Mare de Dios. Quiero que la vea el abuelo, mi padre, cabayeros; el gitano más viejo de toa Andalusía, y que la bendiga el pobresito con sus manos de Pae Santo, que tiemblan y paese que tienen lus.

Mi amigo Rafael Pombo, uno de los primeros poetas del habla española, pasa su vida mirando al Capitolio y haciendo proyectos de reformas. Los ministros le tiemblan cuando lo ven aparecer en el despacho con su rollo bajo el brazo. Pombo quiere sacar las columnas a la calle, hacer un peristilo, algo razonable y elegante.

En el ambiente flotan hálitos de vidas remotas, cadencias de músicas antiguas, y como un fantasma de sonido, susurros de voces lejanas que tiemblan en el aire con quimérica, muda vibración. Algo espectral y desvanecido que da una vaga y misteriosa sensación de presencia.

Esa es el alma sacrosanta; que les hace invencibles en la guerra. Cuando, erguida en sus manos, se levanta, los más alzados ídolos aterra. Idolos fuertes que a los ciegos doman tiemblan ante la cruz y se desploman.