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Actualizado: 12 de mayo de 2025


D. Salvador, en el insoportable tedio de esta soldadura, que a veces, cuando siento pasos, me parece que son ellos que van a entrar, y cuando suena voz de mujer, si es bronca y regañona, me parece la de mi hermana, si es dulce y apacible como la de la misma discreción, me parece la de Sola.

No te acerques tanto. A me gusta tirar de largo dijo la joven riendo. Tristán se sentó frente a ella delante de la mesa de mármol. Lo que me sorprende es que tengas tanta afición a la caza: ¡porque cuidado que es aburrido eso de cazar! Yo no salí más que tres o cuatro veces en mi vida y pensé que moría de tedio. ¡Aburrido! exclamó Clara en el colmo de la sorpresa. ¡Aburridísimo!

En esto del tedio, hay algo que advertir por lo que toca al banquero, por de pronto. No se divertía don Mauricio gran cosa que digamos; pero de aquella misma insubstancialidad de conversaciones, de aquella pequeñez de concurrencia, sacaba él atrevimientos y familiaridades de que estaba muy necesitado para contrarrestar los invencibles titubeos de su naturaleza.

El amor es la llama; quizá no pase de una fogata fugaz; el cariño es el rescoldo hecho de la buena y diaria lumbre del hogar, de la mutua adhesión, del perdón mutuo, de la recíproca tolerancia, de los comunes gozos y sufrimientos, de las alegrías conjuntas y de la fusión de las lágrimas. El amor tiene un enemigo que le vence siempre: el tedio.

¿Y para eso servía la riqueza? ¿Y ésta era la alegría de un pueblo opulento, que teniendo una existencia que embellecer la martirizaba y ennegrecía con el tedio, creyendo en otra vida problemática, bajo el testimonio de ciertos hombres que tampoco la habían visto?... El doctor terminó enérgicamente sus protestas, viendo próximo el momento de tomar el tren.

El sol brillaba en el firmamento sin que una sola nube asomara por el horizonte a recibir su parternal caricia. Madrid gozaba del privilegio divino de su cielo sin dirigirle siquiera una mirada de gratitud, como una sultana a quien las caricias causan tedio. Al cruzar por la Puerta del Sol, vieron el chorro de su fuente, despidiendo fúlgidos destellos elevarse por encima del tejado del Principal.

Y con esto, lector amable, quédate a Dios, y perdóname si te causé enfado o tedio con la lectura de mi prólogo. Madrid, 2 de junio de 1918. DEDICATORIA DE V

Quería vencer su extraordinario tedio frecuentando la sociedad. Había renovado mucho sus amistades, dando un poco de mano a las que le recordaban su juventud de trapisondas y procurando contar entre sus íntimos a personas de mayor fuste.

Los admiradores se habían alejado de ella, puestos de acuerdo con maligna solidaridad. Estaban seguros de que al verse sola, en el aislamiento en que la habían dejado las mujeres por sus travesuras anteriores, volvería a buscarlos forzosamente, por tedio y ansia de diversión.

También soñé con mi tío bailando en la cocina, junto a la lumbre, unas seguidillas que cantaba la mujer gris tañendo una sartén muy grande; y después con don Pedro Nolasco, el cual comía becerros crudos y troncos de abedul y peñascos de granito con bardales, mientras iban comiéndome a , fibra a fibra y muy poco a poco, el Tedio y la Melancolía, un matrimonio de lo más horrible, que vivía en el fondo de un abismo sin salida por ninguna parte.

Palabra del Dia

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