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Actualizado: 22 de mayo de 2025


Aquellos ángeles morenos, que tan mansamente cantaban gozos y letrillas en la iglesia de Alboraya al celebrarse las fiesta de las solteras, enardecíanse á solas y matizaban su conversación con votos de carretero, hablando de cosas internas con el aplomo de una comadrona.

Y todas las semanas, descalza, con los zapatos en la mano, subía la penosa cuesta, ella que en su huerto apenas podía moverse de la silla y necesitaba que el marido la arrease para cuidar la casa. El ermitaño se aproximó a la enferma, tomando una pieza de cobre que llevaba en la mano. Quería unos gozos como siempre, ¿eh? ¡Visanteta, uns gochos! gritó el rústico asomando a la puerta.

Y por lo menos exigirá a los presentados la cédula del cumplimiento pascual. Y el certificado de buenas costumbres del cura párroco... ¡Qué delicia!... ¿Y abrirán el baile rezando el rosario?... Como que tocará el cuarteto de la capilla real, y se cantarán en los intermedios los Gozos de san José.

A las siete era la estación al Santísimo Sacramento, después el Rosario, los dolores y gozos de San José y el examen de conciencia de todo lo hecho durante el día: á las nueve la cena y á las diez se acostaba.

Clara estaba á su lado, y como no debía llegar, en su flaca naturaleza, á aquel alto grado de perfección, cosía como una pecadora, como una infeliz mujer no acrisolada por las inflamaciones de amor divino. La devota no se permitió otra expansión que referir á su compañero los gozos y visiones que aquella noche había tenido.

Nunca se había preocupado de averiguar dónde estaba la sepultura del famoso apóstol de Valencia,.. Recordó de pronto una estrofa de los «gozos» que cantaban ante los altares del santo los devotos de su tierra. Efectivamente, había ido á morir «en Vannes de Bretaña», nombre geográfico que hasta entonces carecía de significado para él... ¡Y este muchacho era de Vannes!

Terminaron los gozos. Con la última estrofa desapareció la cerril cantante, y la enferma se incorporó trabajosamente, poniéndose en pie tras varias tentativas dolorosas.

Aquel rosario era interminable, porque detrás de sus infinitos paternóster venían las letanías, llagas, misterios, jaculatorias, oraciones, gozos y endechas místicas. La noche las sorprendía en aquel devoto ejercicio, y era muy común que alguna de las chiquillas, rendida bajo el peso moral de tan monótono y cansado rezo, bostezara tres veces y se durmiera al fin benditamente.

El amor es la llama; quizá no pase de una fogata fugaz; el cariño es el rescoldo hecho de la buena y diaria lumbre del hogar, de la mutua adhesión, del perdón mutuo, de la recíproca tolerancia, de los comunes gozos y sufrimientos, de las alegrías conjuntas y de la fusión de las lágrimas. El amor tiene un enemigo que le vence siempre: el tedio.

La marquesa estaba en una función religiosa, que costeaba con otras señoras. Era una Novena dedicada a no qué santo titular, con Manifiesto, Estación, Rosario, Sermón, Novena, Gozos del Santo, Santo Dios y Reserva. Acudió allá Rosalía, deseosa de ver a su amiga aquella misma tarde. La calle estaba llena de coches elegantes.

Palabra del Dia

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