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Actualizado: 12 de mayo de 2025


Su papá rumiaba tranquila y filosóficamente como un buey; su mamá, como siempre, se hallaba distraída, inquieta, en espera a cada instante de una desgracia; y en cuanto a Tristán es imposible que nadie pudiese mostrar en su rostro un gesto de displicencia y de tedio más señalado. La doncella aprovechó una pausa para dar a su señora noticia de un encuentro agradable que habían tenido en el Retiro.

El pobre, gracias á tan costosas transformaciones, creía tener una mujer nueva cada veinticuatro horas. Eva, en cambio, se aburría, con un tedio mortal. ¿Para qué adornarse tanto, si ningún otro ser humano, aparte de su marido, podía verla?... Sin embargo, estaba convencida de que era la admiración de todo cuanto le rodeaba.

La desolación del campo era resignada, poética en su dolor silencioso; pero la tristeza de la ciudad negruzca; donde la humedad sucia rezumaba por tejados y paredes agrietadas, parecía mezquina, repugnante, chillona, como canturia de pobre de solemnidad. Molestaba; no inspiraba melancolía sino un tedio desesperado.

Por otra parte, yo no tenía herederos forzosos; mis padres habían muerto cuando era muy joven, y podía nombrar a Amparo mi heredera universal. Ninguna dificultad, ningún interés representaba Amparo que me ligase a la vida. Me había galvanizado por un momento, haciéndome sentir, a , cadáver ambulante. Volvió mi tedio.

Don Alonso habría sido informado; y quién sabe si los años, enfriándole el corazón, no le habían tornado calculador y avariento. Sobrevínole de nuevo el asco de aquel «ruin lugar», como le llamara, en cierto instante de tedio, el mismo don Alonso.

Si se quedara muchas, la alegría sería menor. Si estuviera siempre a tu lado, quizá te entrara el tedio, que es el mayor enemigo del amor y la verdadera desgracia de las personas felices. Reflexiona sobre tu desazón y verás que no hay motivo para que sea tan grande. La verdad es que él es galante, cariñoso, espléndido. Mira qué collar me regaló el día de mi santo.

Del mismo modo me imagino yo esas ciudades fantásticas, mezcla de Italia y de Alemania, por donde Musset hace pasearse el incurable tedio de su Fantasio y la peluca solemne y necia del príncipe de Mantua.

Su espíritu, impresionado primero por la sublime presencia del océano, y ahora por la dulce poesía de aquel lago, se despegaba con tedio de la vida torcida y artificiosa que acababa de dejar, de sus placeres mentidos y pecaminosos, y se unía con cariño al sentimiento de dicha tranquila que aquel pueblecillo retirado y pintoresco inspiraba.

Leyó éste con su reconocida maestría, admirada en toda España, lo mejor de su repertorio, La oda a Gravina, La barca a pique, La cita, El cóndor y sobre todo las leyendas, las incomparables leyendas. El público electrizado no se hartaba de aplaudir y pedir más. Mas he aquí que a Tristán le acomete repentinamente un grande, un inmenso tedio. Toda aquella poesía ¿qué era en el fondo?

El amor, que pasa una sola vez en la vida coronada de flores con su cortejo de besos y risas. Quien le sigue obediente, encuentra la felicidad al fin de la dulce carrera. El que por orgullo o egoísmo se queda al borde del camino, ese llora su torpeza, la expía con una existencia de tedio y dolor.

Palabra del Dia

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