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Actualizado: 2 de mayo de 2025
Apenas llegó la flota á la Goleta, tanto los habitantes como la guarnición de Túnez abandonaron la ciudad y la fortaleza, y bastó un regimiento de veteranos, entre los cuales se hallaría probablemente Cervantes, para apoderarse de ambas. D. Juan construyó un nuevo fuerte, tomó á Biserta, y volvió á Sicilia con parte de sus tropas.
No había tierra en todo el orbe que no hubiese visto, ni batalla donde no se hubiese hallado; había muerto más moros que tiene Marruecos y Túnez, y entrado en más singulares desafíos, según él decía, que Gante y Luna, Diego García de Paredes y otros mil que nombraba; y de todos había salido con vitoria, sin que le hubiesen derramado una sola gota de sangre.
¿Y en esos almacenes guarda ricos tejidos de Túnez, tapices de Constantinopla y cachemiras del Cairo? El judío palideció pero, no obstante respondió: Es verdad. Que el ángel me toque con el dedo si yo miento. Bueno, pues esta noche vas a hacer transportar esas mercancías a una tartana, con pabellón danés, que hay fondeada en la ensenada de Betim'Sah.
A partir de aquí puso su proa al Sudoeste, yendo en busca de las islas Egades. Debía esperar en estas aguas, donde empieza á angostarse el Mediterráneo entre Túnez y Sicilia, irguiéndose el pico volcánico de la isla Pantelaria en mitad del inmenso estrecho. Le bastaban al conde breves indicaciones para que el rumbo seguido por Ferragut fuese con arreglo á sus deseos.
Si consultamos á los escritores de la época, vemos que D. Juan de Austria, al atacar el Norte de África en el año 1573, confió el mando de las tropas enviadas contra Túnez al marqués de Santa Cruz, que correspondió brillantemente á sus esperanzas en octubre del mismo año, y en la misma época en que fué también tomada Biserta . Poco tiempo después cayeron de nuevo Túnez y los demás puntos conquistados en estas regiones en poder de los turcos , y no se vuelve á tratar más de ninguna otra expedición á estos parajes.
Acordóse que los dos, con D. Guillén de Barbarán y el Sargento Hidalgo, fuesen á verlo en presencia de muchos soldados, y hicieron entrar en la cisterna un moro que se llamaba Xama, que era de los que les pesaba de ver que se tratase de rendir el fuerte, porque era muy valiente y había mucho que servía en nuestra caballería, en la Goleta y Sicilia, y habiendo salido de la isla á acompañar al Infante de Túnez, le dejó en tierra firme y se volvió á meter en el fuerte, diciendo que, pues en tiempo de paz había llevado el sueldo del Rey, quería venir á servirle en la guerra.
Imaginaba caballos, Atados en los arzones Ricos alfanjes de Túnez, Con mochilas de colores; Finas alhombras de seda, Frenos y estribos de bronce, Y unos para ti de plata, Sin otras joyas y dones, Cuando la mejor que tengo, Hallo que me falta; y dióme Más pena en que tú la tengas, Y me aconsejes y robes: Que la traición del amigo Más se siente y duele al doble; Y engañar, fingiendo amar, Es gran bajeza en el hombre.
Como el Bajá se entregó en la fuerza, tardó ocho días allí hasta que llegaron cinco galeras que habían ido á Túnez por bizcocho. Fuese luego á hacer agua y tomó el camino de Trípol, donde entró con gran gazara y grita, colgados nuestros estandartes y banderas, lo de abajo arriba, en las popas y entenas de las galeras.
Pero hay otras coloradas; leo: Argel, pabellón colorado con calavera y huesos; Túnez, pabellón colorado; Mogol, ídem; Turquía, pabellón colorado con creciente; Marruecos, Japón, colorado con la cuchilla exterminadora; Siam, Surate, etc., lo mismo. Recuerdo que los viajeros que intentan penetrar en el interior del Africa se proveen de paño colorado para agasajar a los príncipes negros.
Ansioso de pisar suelo africano y teñir su espada virgen en sangre agarena, saltó Villamelón a tierra, en el sitio que llaman de Cabo Negro, con ánimos bastantes para atravesar todo Marruecos y llegar a Túnez, donde un su abuelo había ganado la Grandeza entrando en la Alcazaba con don Juan de Austria... Mas de repente brotaron de entre las cerradas malezas que cubrían la rojiza playa como el áspero vello de una fiera bestia, varios rifeños dispersos, que recibieron a los exploradores con el fuego de sus espingardas... Villamelón no titubeó un momento: olvidóse de Marruecos, renunció a Túnez y renegó de aquel su abuelo que ganó la Grandeza en la Alcazaba, para ganar él la chalupa a toda prisa y refugiarse en el último rincón de su camarote de la Blanca, sin que volviese a subir sobre cubierta, hasta regresar de nuevo a la Península con patente de enfermo.
Palabra del Dia
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