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Actualizado: 16 de junio de 2025


Pero... se veía obligada á defenderse delante de ellos; había llegado el momento de la defensa y temblaba. Al fin se abrió una puerta, y un maestresala dijo: El señor don Juan Téllez Girón y su señora esposa están en la cámara de vuecencia. Doña Juana fué allá desolada. Sin embargo, se detuvo cobarde antes de levantar el tapiz de la puerta exterior.

Alta y enorme es la pagoda y, sin embargo, tal es la solicitud de los peregrinos, que muchas veces las han cubierto, desde el suelo al remate, con un tapiz de jazmines.

Es la manera más práctica de evitar los comentarios de los habladores, siempre en acecho. El tapiz de la abuela pasa a los ojos de todos por una maravilla, que los amigos de nuestros amigos están en la obligación de venir a admirar. Así todo será natural para Celestina, y nos evitará una crisis de indignación de su parte, que no dejaría de ocurrir si ella supiera...

Al llegar al inmenso tapiz de Beauvais, del comedor, el señor Desmaroy deja escapar un grito del corazón: Qué error dejar dormir tanto dinero... Cuánto dinero improductivo... Si este tapiz fuese mío, qué pronto le vendería... La abuela disimula su asombro con una sonrisa que lo mismo significa adhesión que reprobación.

Estaban jugando bajo un gigantesco grupo de castaños, saltando sobre un espeso tapiz de musgo aterciopelado, donde el sol y las sombras del ramaje formaban maravillosos arabescos. Al llegar el carruaje cerca de aquel sitio, mandó parar, bajó, y acercándose a los niños y conociéndolos, porque a su lado estaba la mujer del colono, los envolvió en una mirada indefinible.

El tío Manolillo había arrostrado por todo y había tenido la suerte de que no surgiese ninguno de esos incidentes que frustran las sorpresas mejor meditadas. Ya seguro de los criados, el tío Manolillo adelantó por las habitaciones principales. Al ir á levantar un tapiz vió de repente á la Dorotea.

El tapiz de musgo, que tantas veces nos había servido de asiento, conserva su frescura: la ruina amenazadora que lo domina, aun permanece en pie; yo había pensado algunas veces que podía enterrarme en su caída, y he aquí que ha sobrevivido al amor inmortal que ella me había jurado, a la inmortal felicidad que yo me había prometido.

Aixa y el morisco se levantaron y, en medio del tapiz, con el rostro hacia el naciente, sacerdotales, hieráticos, realizaron las cuatro prosternaciones del azala de la tarde.

Seguid mis pasos dijo el bufón entrando y cerrando la puerta ; cuidad de que subimos, seguid en derechura, ahora á la izquierda, ahora á la derecha: hemos subido; seguid recto; ahora bien dijo el bufón deteniéndose , tras ese tapiz, por cuya abertura se ve luz, os esperan. Adiós. El bufón se volvió. Don Juan entró. Cuando don Juan hubo entrado, el bufón se detuvo.

Al través de un arco con columnas, mal cerrado por un portier hecho de rico tapiz en el que figuraban un joven con casaca y peluca de rodillas delante de una joven con traje Pompadour, veíase un magnífico lecho de caoba con dosel. Así que llegaron a esta cámara, la dama se dejó caer con negligencia en una butaquita muy linda y volvió a decirle con sonrisa burlona: ¡Qué! ¿no te alegras de verme?

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