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Actualizado: 23 de mayo de 2025
Durante la primera parte de éste mi razonamiento, no sabía la pobre muchacha dónde poner la vista, y aun se pellizcaba algo la ropa; después ya me miraba con los ojos muy abiertos y la boquita risueña, y por toda respuesta a la pregunta que puse como raya para sumar, debajo de la lista de los supuestos pretendientes, soltó una risotada de las más espontáneas y cordiales.
Y este vicio era una idea que se le había metido entre los cascos en fuerza de indagar precedentes, amontonar supuestos y analizar indicios. No creía haber descubierto el caso limpio y morondo; pero sí su progenie, su parentesco. Comprobado este hallazgo, no era imposible encontrar lo que buscaba y cuyo valor positivo no era otro, estaba bien seguro de ello, que el misterio en que se lo envolvían.
Es que la juventud de 1820, llena de fe y de valor, fué demasiado crédula ó demasiado generosa. O no conoció la falacia de sus supuestos amigos, ó conociéndola, creyó posible vencerles con armas nobles, con la persuasión y la propaganda.
De cerca, no le faltarán otros supuestos, que con títulos algo más sutiles y aparentes se levanten contra ella, aunque por ventura a los unos y a los otros no les falte buena intención, y celo, como muchas veces acontece, que con buenas intenciones pero por falta de mejor enseñanza pensando servir a Dios, sirven al demonio y a sus intentos.
Parecía que les faltaba tiempo para llamar al uno feo, al otro hambrón, al de más allá envidioso, a éste bruto, a aquél farfantón. Por supuesto, bajo nombres supuestos, aunque tan transparentes, que nadie en la población dejaba de conocerlos. Llamábase Belinchón Don Quijote y don Rudesindo Sancho, Sinforoso Marqués del Tirapié, Peña El Capitán Cólera, etc., etc.
Estos tienen derecho á su propio aplauso después de haber conquistado la altura: si en su viaje les ocurre una desgracia, merecen el dictado de mártires. La humanidad agradecida debe recordar sus nombres, bastante más nobles que los de tantos supuestos grandes hombres.
Cuando se le hablaba de los supuestos cohechos del Provisor, de su tiranía, de su comercio sórdido, se indignaba el anciano y negaba en redondo hasta los casos de simonía más probables.
La carta de don Juan escondida en el libro devoto, leída con voz temblorosa primero, con terror supersticioso después, por doña Inés, mientras Brígida acercaba su bujía al papel; la proximidad casi sobrenatural de Tenorio, el espanto que sus hechizos supuestos producen en la novicia que ya cree sentirlos, todo, todo lo que pasaba allí y lo que ella adivinaba, producía en Ana un efecto de magia poética, y le costaba trabajo contener las lágrimas que se le agolpaban a los ojos.
Arrepentido de la condescendencia, Doria hizo en la Real señales de levar pasada la media noche: había ocurrido una mudanza en el viento que trastornaba todos los supuestos. De Sur que empujaba el viaje hacia Malta, había saltado al NE., justamente por la proa. En tierra habló el Duque con D. Álvaro de Sande, imponiéndole de lo ocurrido y de su propósito de embarcar por la madrugada.
La fuga, el sud expreso, el sleeping car, la ocultación en su propia casa, la vida errante por el extranjero con nombres supuestos... ¿Querría, tal vez, que provocara y matase a su marido? ¡Absurdo! ¿Habría pensado en un doble y romántico suicidio? Al ocurrírsele esto se acordó de cómo temblaba la pobrecilla cuando pasaron por el Viaducto de la calle de Segovia.
Palabra del Dia
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