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Actualizado: 25 de julio de 2025
Para oir en una hora, en un momento, la voz de una mujer, de una hermana, de una madre: mira que no tenemos que comer; mira que no podemos pagar al casero; mira que es necesario abandonar esos papeles indigestos, y buscar recursos, tal vez pedir, quizá sufrir la afrenta de quien vale menos, porque sirve menos, porque está mucho más distante de los altos fines que la vida humana tiene que cumplir en el mundo.
Pero al séptimo el valor le abandonó, y en efecto, debía sufrir mucho, porque cada golpe dejaba en su cuerpo una huella roja que se convertía bien pronto en azul y morada; después quedó levantada la piel y apareció la carne viva y sangrando.
En la epístola á Antonio de Mendoza escribe los versos siguientes: «Verdad es que partí de la presencia De mis padres y patria, en tiernos años, A sufrir de la guerra la inclemencia. Pasé por alta mar reinos extraños, Donde serví primero con la espada Que con la pluma describiese engaños.»
Daría gracias a Dios si pudiera sufrir en vuestro lugar, pero... En ese momento se abrió violentamente una de las ventanas del castillo, y una voz irritada llamó al aya por su nombre. Es la condesa exclamó Marta asustada , he dejado pasar la hora... Tenemos que entrar en casa... Alejaos, Catalina. ¡Ay! ¡cómo voy a ser regañada e insultada!
"Que el hombre aislado y reducido á sí mismo, se hace salvaje y feroz, huye de todo trabajo que no sea el que necesita para buscar su sustento, y no acostumbrado á obedecer ni á sufrir dependencia, prefiere siempre los medios de violencia á los de suavidad y dulzura cuando pretende: así mas presto roba que pide.
Retuércele el cuello para que deje de sufrir, y da libertad a su alma de ángel.... ¡Ojalá nos retorciesen el cuello a todos cuando nacemos! ¡Ojalá yo se lo hubiese retorcido a mis hijos... ¿Han estado aquí esos sepultureros, Andreíña? ANDREÍ
A la mañana siguiente debía celebrarse mi matrimonio con el conde de Pópoli, y decidimos que aquella misma noche Carlos y yo iríamos a la capilla del castillo por caminos diferentes; que Teobaldo bendeciría nuestra unión, y una vez efectuado nuestro enlace, nos resignaríamos a sufrir la cólera del duque de Arcos, que podría sumirnos en una prisión, arrojarnos del castillo y desheredarnos, pero no romper nuestra unión!
650 Después de mucho sufrir tan peligrosa inquietú, alcanzamos con salú a divisar una sierra, y al fin pisamos la tierra en donde crece el ombú. 651 Nueva pena sintió el pecho por Cruz, en aquel paraje, y en humilde vasallaje a la majestá infinita, besé esta tierra bendita, que ya no pisa el salvaje.
En cuanto una madre ha puesto en el mundo un hijo, y le ha inculcado su propia fe, ¿qué le resta hacer ya? ¡Como no sea poner todos los días su débil mano entre la llama de esta fe y el viento del siglo que pretende apagarla! ¡Ah! yo me he sentido algunas veces orgullosa de ser madre de hijo semejante pero su independencia de espíritu me ha hecho sufrir mucho.
Cierto es que se había sentido conmovida ante las razones de sentimiento en que su marido fundaba su tolerancia, mas no por eso dejaba de ser para ella una contrariedad de las más fuertes tener que sufrir a la continua el trato y la presencia de semejante documento.
Palabra del Dia
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