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Actualizado: 25 de julio de 2025
-Eso juro yo bien -dijo Sancho-: cuchillada le hubieran dado que le abrieran de arriba abajo como una granada, o como a un melón muy maduro. ¡Bonitos eran ellos para sufrir semejantes cosquillas!
Lo cual visto por los tres, salieron a ella, y el cura fue el primero que le dijo: -Deteneos, señora, quienquiera que seáis, que los que aquí veis sólo tienen intención de serviros. No hay para qué os pongáis en tan impertinente huida, porque ni vuestros pies lo podrán sufrir ni nosotros consentir. A todo esto, ella no respondía palabra, atónita y confusa.
Pero ahora prosiguió Cosme, ahora, ¿quién es el que se casaría con ella a no estar loco?... Los pobres estamos debajo, y tenemos que sufrir estas vergüenzas.
En un Memorial que los vecinos de la Ballestilla dirigieron á la Ciudad se dice: «que en la dicha calle está vna callejuela la qual hordinariamente en todos tiempos está llena de inmundicias y vestiglos muertos y jamás pasa nadie por ella porque no se puede pasar por causa de la inmundicia qué ay que allega hasta los tejados y aunque algunas veces la hemos limpiado á nuestras costas desde á dos días está peor que de antes por lo qual no es bastante remedio limpialla y el hedor que allí ay es insufrible y muchos veçinos dexan sus casas por no podello sufrir y podría congelar pestilencia» ...pedían que se cerrase la dicha calleja .
En sus ojos lo estoy leyendo todo, Julio. Hasta la pena de seguir mirándome, para no traicionarse. Soy una perversa, le estoy sugiriendo cantidad de cosas que naturalmente le hacen sufrir.
Se ha criado sola, en un solo cabo: con un padre que es más blando que una paloma, a pesar de tener la corteza algo dura, como buen catalán y marinero. Pero Momo no puede sufrir a Marisalada desde que dio en llamarle romo a causa de serlo.
Pienso.. sufrir y callar y no vengarme de nadie... ni aun de vos. ¡De mí! ¿y qué culpa tengo yo? Porque lo trajísteis á mi casa... ¿Quién había de pensar?... Vos adivinásteis que me había yo de enamorar de él... y no os engañásteis, porque no os engañáis nunca. Eso no es verdad, porque me he engañado con vos. ¿Me creíais más perdida de lo que estoy?
Era mi prometido; se avergonzó de mí; ya no le conozco. Tragomer ama á usted todavía. Me alegro, dijo María con firmeza. Eso le hará sufrir... Se pasó la mano por la frente, se volvió hacia su madre, que escuchaba en silencio, y dijo arrodillándose en un taburete cerca de ella: Perdón, mamá.
Pero la traición es cosa vil y baja. Más vale callar y sufrir. Mi padre se había sonreído, sin sospechar la crueldad de Máximo. Querida me dijo alegremente, se trata de un matrimonio. No tomes ese aspecto horrorizado, puesto que nada habrá de hacerse contra tu voluntad. El partido que se presenta, sin ser excepcionalmente brillante, es muy conveniente y ofrece serias garantías.
Este suceso ha hecho que mis hijas comprendan lo que son estas eternas separaciones de familia que la muerte produce, y que ellas habrán de sufrir tarde o temprano. A los niños no se les debe ocultar estas tristes escenas de la vida. Antes por el contrario, hay que hacer por que las vean. ¿Aprender a sufrir no es, pues, aprender a vivir? 3 de julio de 1801.
Palabra del Dia
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