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Actualizado: 29 de junio de 2025
El día anterior a la llegada de Tirso a Madrid, mientras don José, doña Manuela y Leocadia le esperaban con la satisfacción que consentía la larga separación sufrida, Pepe se entretuvo en arreglar para su hermano su propio cuarto, trasladando de la habitación que él ocupaba a otra más chica y de peores condiciones un armarito, dos perchas, el aguamanil y dos sillas, todo lo que componía su mobiliario, diciendo que él paraba poco en casa y, además, en cualquier parte estaría bien.
Cultivarían la tierra ellos mismos; y buscaron jornaleros entre la gente sufrida y sumisa que, oliendo á lana burda y miseria, baja en busca de trabajo, empujada por el hambre, desde lo último de la provincia, desde las montañas fronterizas á Aragón. En la huerta compadecían á los pobres churros. ¡Infelices! Iban á ganarse un jornal; ¿qué culpa tenían ellos?
Porque ¿quién podría decir si Julia no amaba a Javier? ¿En qué consistiría su tormento? ¿En la postergación sufrida, o en el desengaño experimentado? ¿Quién era capaz de saber lo que pasaba en su alma?
Después de la ruda prueba sufrida por los ricos, viendo pasar el desfile amenazante, temían éstos un reculón de la fiera, arrepentida de su magnanimidad, y todas las puertas se cerraban. Un grupo numeroso se dirigió al teatro. Allí estaban los ricos, los burgueses. Había que matarlos a todos: un drama de verdad.
Juanita advirtió que el tendero murciano trataba de tomarle el pelo, valiéndose de una expresión que ahora se emplea en estilo chusco, y, como era poco sufrida, empezó a perder la paciencia y dijo bajando la voz, pero aguzando cada una de sus palabras como si fuese una lanceta: Es, déjese usted de bromas insolentes, tío marrano. Piense usted bien mi proposición y verá que le tiene cuenta.
Alguna vez sacaban de la plaza a uno de los «diestros» entre cuatro compañeros, pálido con una blancura de papel, los ojos vidriosos, la cabeza caída, el pecho como un fuelle roto. Acudía el albéitar, tranquilizando a todos al no ver sangre. Era una conmoción sufrida por el muchacho al ser despedido a algunos metros de distancia, cayendo al suelo como un talego de ropa.
Desde que, siendo estudiante D. Ambrosio y ella hija de la pupilera en cuya casa D. Ambrosio se hospedaba, ambos se amaron y se casaron, había sido fiel, sufrida y hacendosa compañera de aquel hombre, gobernando la casa y cuidando de todo con ordenada economía y dando a D. Ambrosio, sin molestarle ni ofender su orgullo, los más juiciosos consejos.
Cuando al día siguiente despertó Magdalena, a quien la intensa emoción sufrida había rendido hasta el extremo de dejarla sumida en un sopor profundo, era ya bien entrada la mañana. Llamó a su doncella y le mandó que abriese las ventanas.
Todos la asediaban, pugnando por arrancarla una palabra, un signo de preferencia, y ella contestaba a todos con asombrosa discreción, manteniéndolos en perfecta igualdad, evitando los choques mortales que podían sobrevenir repentinamente entre esta juventud belicosa, armada y poco sufrida. ¿Y el Ferrer? preguntaba don Jaime. ¡Maldito verro!
514 Es piadosa y diligente y sufrida en los trabajos; tal vez su valor rebajo aunque la estimo bastante; mas los indios inorantes la trata al estropajo. 515 Echan la alma trabajando bajo el mas duro rigor; el marido es su señor, como tirano la manda, porque el indio no se ablanda ni siquiera en el amor.
Palabra del Dia
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