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Actualizado: 10 de mayo de 2025
Alguna vez sacaban de la plaza a uno de los «diestros» entre cuatro compañeros, pálido con una blancura de papel, los ojos vidriosos, la cabeza caída, el pecho como un fuelle roto. Acudía el albéitar, tranquilizando a todos al no ver sangre. Era una conmoción sufrida por el muchacho al ser despedido a algunos metros de distancia, cayendo al suelo como un talego de ropa.
No dejó entrever a Maximiliano sus sospechas sobre la procedencia del dinero, que, viniera de donde viniese, no podía ser mal recibido, y poco a poco se fue tranquilizando al ver que el apreciable muchacho hacía alarde de poseer ideas económicas enteramente contrarias a las de sus predecesores. «Esto dijo mostrándole un grupito de monedas de oro , es para que desempeñes la ropa que te sea más necesaria... Los trajes de lujo, el abrigo de terciopelo, el sombrero y las alhajas se sacarán más adelante, y se renovará el préstamo para que no se pierdan.
Pero habíase esponjado de nuevo el cuerpo lacio y consumido de don Manuel; se erguía en el sillón con más arrogancia y tenía el semblante más placentero y despejado. Se fué tranquilizando la buena gente de la casa y volvieron en ella las labores a su centro natural.
Sintió la necesidad de marcharse, de huir de aquel sitio donde todo le avergonzaba, de volver otra vez á su rincón de la Braña. Alzóse resueltamente, se lavó los ojos y bajó á la cuadra á enjaezar su jaco. Mientras ejecutó esta operación se fué tranquilizando. Ya estaba avanzada la tarde y consideró que, saliendo á tal hora de Oviedo, sólo muy entrada la noche podría llegar á su casa.
La opinión general fue que el señor de Maurescamp se había mostrado feroz e implacable, para con un hombre que no tenía más crimen, según se creía, que el haber dado lecturas con su mujer. Estos rumores y apreciaciones de las gentes, tranquilizando la vanidad del barón y lisonjeando su orgullo, contribuyeron a la reconciliación de los esposos.
Después hizo memoria de que en la misma mañana los diarios más importantes habían publicado su retrato, y procuró ocultar el rostro cada vez que un hombre se echaba atrás el velo para mirarle con vaga curiosidad. Se fué tranquilizando al notar que las damas sólo se fijaban en el fondo del patio, ocupado únicamente por las mujeres.
Lo repite, por los conocimientos que en los dias de antes de ayer, ayer y anoche ha tocado por sí mismo, tranquilizando los ánimos de los que con instancia en el pueblo así lo piden: en cuyo caso opina que recaiga en el Exmo. Cabildo, por ahora y mientras se resuelve la manera ó forma de gobierno que haya de constituirse para la seguridad de estas provincias en favor de la soberanía del Sr.
Palabra del Dia
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