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Jacinta no se convencía, y en cuanto a la enfermedad, su opinión era muy distinta de la de su suegra. Aquella noche le cogió por su cuenta para echarle un buen réspice. Barbarita II y su hermana tenían delante a Moreno, que en los primeros momentos de aquella situación, decía de dientes para adentro: «Creo que si no estuviera presente la polla, le diría algo.

Pase por tu suegro y tu suegra, pero lo que es ése me lo tienes que dejar entre las uñas. En todos los días de mi vida he conocido un ser más pedante y grotesco. ¡Es un infame! ¿Cómo infame? exclamó asustado. , cuando la tontería llega a cierto límite degenera en infamia. Creo haberlo leído en Santo Tomás. Pues Adolfo estudia mucho: se pasa la vida entre libros.

Ahora bien: he aquí cómo trataban de establecer nuestro presupuesto la señora X... y su hija: » ¿Qué pensión piensa usted señalar a mi hija para vestirse? me preguntó mi futura suegra. » La que ella quiera respondí galantemente. » Muy bien continuó la señora X, Susana no es exigente. Ya sabe usted que se hace ella misma casi todos los trajes, y que no manda hacer más que los de ceremonia.

A su hijo le llevaba regalitos sin fin, corbatas que no usaba, botonaduras que no se ponía nunca. Jacinta recibía con gozo lo que su suegra llevaba para ella, y lo iba trasmitiendo a sus hermanas solteras y casadas, menos ciertas cosas cuyo traspaso no le permitían. Por la ropa blanca y por la mantelería tenía la señora de Santa Cruz verdadera pasión.

Además, ¿quién nos dice que quiere volver, si sabemos que por su voluntad se ha ido? Le gusta andar de pingo, y no hará usted carrera de ella como la prive de estarse la mitad del día tomando medida a las calles». Para no perder ripio, insistió Juliana en la recomendación que ya había hecho a su suegra de una buena criada para todo.

Yolanda se alza lentamente, con las mejillas húmedas, los ojos enrojecidos, el cuerpo sacudido siempre por los sollozos. Dale la mano a tu marido. No hay más remedio. Perfectamente amable ese «no hay más remedio». Y Yolanda me tiende la mano, que yo llevo respetuosamente a los labios. ¿Ha visto a mi marido, Jorge?... pregunta mi suegra. Respondo que .

La noche estaba más negra que un barril de chapapote; pero como el tiempo era bueno, no nos importaba navegar a obscuras. Casi toda la tripulación dormía: me acuerdo que estaba yo en el castillo de proa hablando con mi primo Pepe Débora, que me contaba las perradas de su suegra, y desde allí vi las luces del San Hermenegildo, que navegaba a estribor como a tiro de cañón.

Antonio, su cuñado, acogía este éxito con torvo ceño y sordas protestas delante de su mujer y su suegra. Un desagradecido el espada.

Parte el ejército á socorrer á Philadelphia y vencen á Caramano Turco General de los que la tenian sitiada. El deseo que tenía Roger de salir en campaña, ayudado de la persuasion de su suegra, hizo que luego se pusiese en ejecucion la salida, y así se señalo para los nueve de Abril.

¡Qué bueno es! dijo gozosa a su suegra. podías dudarlo respondió ésta sonriendo a su nuera, a quien quería mucho, y levantándose para ir a ocupar su puesto a la cabecera del enfermo . Yo, que lo he parido, no lo he dudado nunca. Al pasar cerca de Momo, le dijo su abuela: Ya sabía yo que tenías malas entrañas; pero nunca lo has acreditado tanto como ahora.