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Actualizado: 4 de noviembre de 2025
Y para expresar su entusiasmo con más viveza, arrojó el grotesco sombrero en un charco, salpicando a todos de barro. El empleado del fielato saludó a las jóvenes con un tono de zumba paternal: Que seáis buenas... Cuidadito con perderse... Las dos pasaron adelante sonriendo, sin contestar a los saludos mas que con movimientos de cabeza. La pequeña habló al alejarse.
Quiero que la conserves como recuerdo de esta noche. Guardó silencio y se la anudó lentamente al cuello haciendo un lacito. Está bien dijo, al cabo, sonriendo ; pero cuando te vayas, estoy segura de que me irás llamando tonta. No te lo llamaré tal. Sí me lo llamarás..., y tendrás rasón... Di, ¿me lo llamarás? ¡No, mujer, no!
Dígale usted que, si es su gusto, no hay inconveniente en que duerma en esta casa... aunque se necesite bien poca dignidad para aceptarlo añadió bajando la voz y recalcando las sílabas. Y si quiere dinero para el viaje de vuelta, Osuna se lo proporcionará. Le doy las gracias por esta deferencia, pero me voy muy triste replicó sonriendo el P. Gil.
Frígilis mientras don Pompeyo afirmaba estas cosas, le miraba sonriendo con benevolencia; y con un poco de burla, en que había algo de caridad, le decía: «¿Pero, señor Guimarán, tan seguro está usted de que no hay Dios?». «¡Sí, señor mío! ¡mis principios son fijos! ¡fijos! ¿entiende usted?
Se cansaría pronto respondió Cecilia sonriendo. ¿Quiere usted probarlo? La joven no contestó. No es usted, Cecilia, de las mujeres que hastían pronto. Posee usted en su corazón y en su inteligencia recursos para tener siempre a sus pies al hombre que la ame.
De vez en cuando se miraban sonriendo.
Siempre se cree que es de mal tono no invitar al brillante desconocido, que ha aparecido una noche en la platea del Colón, o un domingo en el bosque de Palermo. Me acerqué a Blanca; la cumplimenté; me tendió la mano sonriendo, y me dijo: Seremos grandes amigos... Soy su tía... agregó con una sonrisa. Lo seremos le contesté con afecto.
Pueden ustedes retirarse cuando gusten. ¿Ha puesto alguna resistencia? preguntó Rivera. Absolutamente ninguna. Queda tan sosegado esperando que mañana le he de enseñar el consabido individuo... Hoy no puede ser añadió sonriendo; se encuentra ya durmiendo. Quedaron los tres silenciosos y tristes. Mario preguntó al fin tímidamente: ¿Sería posible verlo sin que él nos viese, antes de irnos?
De este modo sorprendioles la noche cuando ellos imaginaban no haber pasado juntos sino muy pocos instantes. De su arrobamiento vinieron a sacarles Antonia y el doctor que aparecieron cada uno por su lado y se acercaron a ellos sonriendo.
A mí no me ha ofendido... Es a Dios a quien... Entonces estoy contento, porque eso no importa nada... replicó sonriendo. Hasta la vista. Ya sabe que tiene aquí un amigo y una casa a su disposición. Salió de aquella casa maldita en un estado de confusión y tristeza indescriptibles. No quiso ir a la de D.ª Eloisa, que le esperaba impacientemente.
Palabra del Dia
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