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Actualizado: 16 de mayo de 2025


Ya tenemos a nuestro filósofo en campaña dijo Sofía con mal humor . ¿Qué sabes lo que yo he hecho ni lo que he dejado de hacer? No te enfades, querida replicó Golfín ; todos mis argumentos van a parar a un punto, y es que debías haberle comprado zapatos a la Nela. Pues mira, mañana mismo se los he de comprar. No, porque esta misma noche se los compraré yo.

Carlos allá se iba; de modo que armaban una especie de coro de sacerdotes, en el cual descollaba la voz de Sofía como una sacerdotisa a quien van a llevar al sacrificio. Todas las piezas que se cantaban eran, o si no lo eran lo parecían, de sacerdotes sacrificadores y sacerdotisa sacrificada. En los días de paseo solían merendar en el campo.

¡Qué facha! exclamó Sofía, muerta de risa al verlos venir . Teodoro con la Nela al hombro, y luego el palo con el sombrero de Gessler.... Historia de dos hijos del pueblo Aquí tienes, querida Sofía dijo Teodoro un hombre que sirve para todo. Este es el resultado de nuestra educación, ¿verdad, Carlos?

Dime una cosa... ¿Te has fijado en determinada mujer? le preguntó su amiga mirándola de hito en hito. No ; esta noche se me ocurrió si será Sofía la Ferrolana, o la Peri, o Antonia, esa que estaba con Villalonga. Es natural, piensas en las que conoces. ¿Qué me das, querida mía, si te lo averiguo?

Hace tres días que estoy en Milly, donde me encuentro perfectamente: yo desearía continuar aquí pero con mi esposo y Sofía. ¡Es muy triste para los unos y para los otros el tener que vivir separados!... ahora parece que siento más que antes la separación; ello debe ser la vejez que avanza rápidamente: ya he perdido, puede decirse, por completo, aquella actividad física y moral que me hacía gozar de la vida aun en la misma soledad; siento, por el contrario, el peso de los sesenta años que voy a cumplir; apenas puedo persuadirme de ello, pero no hay remedio; y sin embargo, no estoy triste, ni mucho menos, pero quisiera que Dios me hiciese la gracia de que pudiese emplear bien el poco tiempo que me resta de estar en este mundo, y de no pensar más que en prepararme debidamente para el otro, adonde con tanta ligereza me dirijo.

¡Y me oirá! ¡si yo estoy con Dios... así!... repuso sonriendo al cerrar la mano con un enérgico gesto, y agregó: ¡Bueno, adiós! que tenemos los minutos contados; adiós... «mamita», adiós, Sofía; adiós, Carmencita; ¡hasta pronto, señor! dirigiéndose al viejo Fraga que salía del escritorio guardando el pañuelo entre el chaleco y su cuerpo, acaso porque no encontraba el bolsillo de su saco...

Las redondas mejillas de Sofía eran sonrosadas y suaves, los grandes ojos de Sofía eran muy brillantes y azules, y la muselina blanca del trajo escotado de Sofía descansaba muellemente sobre sus hombros blancos y rollizos. Sofía miró al maestro y el maestro asintió con la cabeza. Entonces Sofía dijo con dulce voz: ¡Josué mandó al sol que se parase y le obedeció!

La estrechez del sendero no les permitía caminar de dos en dos. Lili llevaba su manta o gabancito azul con las iniciales de su ama. Sofía apoyaba en su hombro el palo de la sombrilla, y Teodoro llevaba en la misma postura su bastón, con el sombrero en la punta. Gustaba mucho de pasear con la deforme cabeza al aire.

Dicen que es persona de carácter y que posee una fortuna que, sin ser muy grande, será suficiente para que vivan con desahogo: aquel país no es un país de lujo, y mi Sofía es la razón y la piedad misma. 5 mayo de 1827. El último domingo, a las once de la mañana, ha muerto mi cuñado, el jefe de la familia Lamartine, a los ochenta años de edad.

Es decir, que se suicidó dijo Sofía . Era una mujer de mala vida y peores ideas, según he oído contar. Carlos no estaba aquí todavía; pero nos han dicho que se embriagaba como un fogonero. Y yo me pregunto: ¿Esos seres tan envilecidos que terminan una vida de crímenes con el mayor de todos, que es el suicidio, merecen la compasión del género humano?

Palabra del Dia

hociquea

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