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Actualizado: 16 de mayo de 2025
Estoy cierto, sin embargo, de que tenía en la mente alguna maldad contra mí o contra Luciana... probablemente contra Luciana, que es demasiado hermosa para no suscitar muchas envidias. Creo que no hay para qué atormentarse por los dichos de esa aturdida de Sofía Jansien; y, con todo, aquella conversación me ha preocupado. Elena al Padre Jalavieux.
Tú también tienes talento, que eso del pesquis a mí no se me escapa, y bien podías llegar a ser señora, como yo caballero. ¡Qué me había de reír si te viera tocando el piano como doña Sofía! ¡Qué bobo eres! Yo no sirvo para nada. Si fuera contigo sería un estorbo para ti.
La mujer que la asistió durante su agonía, me ha repetido después, una por una, todas aquellas palabras que pronunció continuamente: «Esposo mío... Hijos míos... Alfonso, Mariana, Cecilia, Eugenia, Sofía, Dios os bendiga. ¿Por qué no venís aquí para bendeciros yo también? ¡Alfonso!
El altar mayor, sencillísimo y elegante, se compone de cuatro columnas de pórfido, robadas á Santa Sofía de Constantinopla: las cuatro asombrosas columnas están coronadas de una cúpula de pórfido tambien: todas las puertas del templo son de bronce, incrustadas de estatuas, diríase es el templo de Salomon.
Nada, que se han apoderado de ella como hicieron con la hija del banquero francés, con Teresita, con Sofía, con la viuda de Parque... ¡Todas ricas! murmuró don Gaspar.
Me acuerdo dijo Carlos con emoción . Y gracias que encontré quien me diera casa por un pequeño servicio de llevar cuentas. Luego tuve la dicha de tropezar con aquel coronel retirado, que me enseñó las matemáticas elementales. Bueno: no hay guiñapo que no saquen ustedes hoy a la calle observó Sofía.
Esta fué la cúpula con que coronó Justiniano su famosa basílica de Santa Sofía de Constantinopla, y de aqui es probable que se difundiese á las naciones que se hallaban mas en contacto con Bizancio, una de las cuales era la Persia.
Acomodose D. Francisco en un banco que a la mano tenía. Teodoro, Carlos y Sofía se habían sentado en sillas traídas de la casa, y la Nela continuaba en el banco de piedra. La leche que acababa de tomar le había dejado un bigotillo blanco en su labio superior. Pues decía, Sr.
¿Y por qué han de estar exentos de esa graciosa ley los solteros ricos? ¿Por qué no han de cargar ellos también con su huérfano, como cada hijo de vecino? No me opongo dijo el doctor, mirando al suelo . ¿Pero qué es esto?... ¡sangre! Todos miraron al suelo, donde se veían de trecho en trecho pequeñas manchas de sangre. ¡Jesús!... exclamó Sofía, apartando los ojos . Si es la Nela.
La de Jansien afirma haber visto a Luciana entrar sola una mañana en casa de Lautrec y estar allí un rato bastante largo para que Sofía pudiese subir a casa de su abogado, que vive en el tercero, entregarle unos papeles y volver a bajar, precisamente en el momento en que Luciana salía del piso bajo habitado por el joven.
Palabra del Dia
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