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Actualizado: 16 de mayo de 2025
Por lo general, evitaba a Sofía; pero una tarde, cuando ella volvió a la escuela en busca de algo que había olvidado y no encontró hasta que el maestro se encaminó a su casa con ella, quizá trató de hacerse particularmente agradable, en parte, según imagino, para que su conducta añadiera hielo y amargura a los ya desbordados corazones de los platónicos admiradores de Sofía.
Sofía D... se había impuesto cinco horas diarias de estudio de piano, dos de pintura, una de canto y dos de paseo higiénico: total, diez horas de ocupaciones sagradas que nada ni nadie tenía derecho a distraer... Condiciones sine qua non del matrimonio; había que tomarla así o dejarla... Yo la dejé con mucho gusto... ¡Cinco horas de piano!... ¡Cabeza hacía falta!...
Prepárese usted ahora, señor semi-Dios dijo Sofía a coronar todas sus hazañas haciendo un milagro, que milagro será dar la vista a un ciego de nacimiento.... Mira, allí sale D. Francisco a recibirnos.
Pasaban al borde de la Trascava, cuando Lili, desviándose del sendero con la elástica ligereza de sus patillas como alambres, echó a correr césped abajo por la vertiente del embudo. Primero corría, después resbalaba. Sofía dio un grito de terror.
Yo me pregunto por qué has empleado el tiempo y el dinero en hacerle un gabán a ese señorito canino, y no se te ha ocurrido comprarle unos zapatos a la Nela. ¡Zapatos a la Nela! exclamó Sofía riendo . Y yo pregunto: ¿para qué los quiere?... Tardaría dos días en romperlos.
Sin embargo de tan buenas esperanzas nada llegó á hacerse entonces: luego, en 1629, volvió á resucitar el proyecto, y nuevamente quedó abandonado. Existe en las casas de Ayuntamiento. Fué hallada entre las ruinas de la ermita de Sta. Sofía y tiene esta inscripcion: SACRATA DOMUS AUGUSTO. Véase la página 244, nota 1.
¡Anda, bien empleado te está, por farol! le dijo por lo bajo Enrique. Déjele V., amigo Rivera, déjele V. esplayarse. ¿V. no sabe que la ciencia a veces produce indigestiones? manifestó el coronel. Carlitos cerró la boca muy mohíno. El templo de Santa Sofía en Constantinopla vea V., coronel dijo Romillo.
Teodoro Golfín no había dicho nada durante el conmovedor peligro del hermoso Lili, pero cuando se pusieron en marcha por la gran pradera, donde los tres podían ir al lado uno de otro sin molestarse, el doctor dijo a la mujer de su hermano: Estoy pensando, querida Sofía, que ese animal te ocupa demasiado. Es verdad que un perro que cuesta doscientos duros no es un perro como otro cualquiera.
Vivíamos en Sevilla muy cerquita de su casa. Es fiscal de la Audiencia y tiene las tres hijas que vas a ver... ésta es la primera, Sofía. ¡Uf qué fea!... Dispénseme VV., no he podido remediar este grito... Di lo que gustes manifestó la brigadiera. Hace ya tiempo que estamos todos en ello. Mira la tercera, Gertrudis. Pues ésta es más fea aún. Aquí está la segunda, Lola.
Tú, tú, tú tienes la culpa díjole Sofía de mal talante, aplicándole tres suaves coscorrones porque si no te hubieras metido allí... Ya sabes que va tras de ti donde quiera que te encuentra.... ¡Qué buena pieza!
Palabra del Dia
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