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Actualizado: 21 de octubre de 2025
Había caído en dos ocasiones: la primera, por manipulaciones de un socio desordenado; la segunda, por manejos de un corredor desleal, y en ambas tuvo que responder con su capital y sus ahorros de la impericia y de la mala fe ajenas. ¡Horas más amargas, no las recordaba en su vida!
En el gabinete de lectura, Trifón Cármenes repasando Ilustraciones antiguas; en el tresillo ni un socio; no le quedaba más que el dominó, que le era antipático por el ruido de las fichas y por aquello de estar sumando sin parar.
Para un hombre tan metódico como míster Robert, que tenía clasificadas las horas del día y llevaba el debe y haber de su vida, con la misma escrupulosidad que el libro mayor de la casa, el carácter inconsistente de su socio, aquella falta de instrucción y de juicio, que denotaba en sus actos y en sus palabras, no podía inspirarle confianza ni simpatía.
Sí, se hizo socio para dar el golpe y matar á todos los españoles. ¡Ya! dijo Sensia; ¡ahora lo veo! ¿Cual? Ustedes no querían creer á tía Tentay. Simoun es el diablo que tiene compradas las almas de todos los españoles... ¡tía Tentay lo decía!
Aquellos cinco céntimos que ahorraba de esta manera, le sabían a gloria. En cuanto al papel de cartas que desaparecía también, y era más caro, se tomó la resolución de dar un pliego, y gracias, al socio que lo pedía con mucha necesidad. El conserje había adquirido un humor de alcaide de presidio en este trato.
La carreta estaba parada ya delante del cercado, y rehusando el socio de Tennessee las ofertas de auxilio, con el mismo aire de confianza que había demostrado en todo, cargó con la caja y la depositó, sin auxilio de nadie, en la poco profunda fosa.
Además, cuento con el socio, que corre con todo el trabajo: un antiguo dependiente al que di participación. Ya conocen ustedes la firma: Manzanares y Mendizábal. La falta de hijos parecía amargar su triunfo, colocándole en rencorosa inferioridad ante el prolífico vasco. Pero como una compensación, hizo el elogio de su esposa, valerosa compañera de los primeros años de pobreza y ahorro.
O su socio; el señor Robert es una persona decente y no querrá dejar empañada la reputación de su casa; precisamente, acabo de verle aquí, y he de hablarle. El muchacho enrojeció de nuevo hasta las orejas, hasta el blanco de los ojos. Ya sabe usted que mi socio no tiene nada que ver con mis negocios de Bolsa; yo juego porque sí, porque me da la gana, solo, por mi cuenta y riesgo.
Y sonrió por última vez a Ojeda, como si contemplase en él un socio futuro de las grandes empresas ofrecidas generosamente. Al verse libres los dos amantes de su verbosidad serena e inagotable, huyeron del banco, continuando el paseo.
Tengo bastantes años para marchar solo contestó con sequedad ; y en cuanto á consejos, démelos cuando yo se los pida. Y murmurando otras palabras ininteligibles, le volvió la espalda para ir en busca de Elena. Quedó el español asombrado por la brusca respuesta de su socio. Después sintió indignación. «¡Esa mujer! pensó . ¡Hasta va á quitarme el mejor de mis amigos!...»
Palabra del Dia
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