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Actualizado: 21 de octubre de 2025


Habitaban un hotelito propio en las inmediaciones de los Campos Elíseos, y poseían dos estancias en la provincia de Buenos Aires, a más de la gran casa de comercio en la capital, que dirigía un antiguo dependiente convertido en socio.

A eso voy dijo el socio de Tennessee; vengo aquí como su socio, pues lo trato desde hace cuatro años, en la comida y bebida, en el mal y en el bien, en la fortuna y en la desgracia. Sus caminos no son siempre los míos; pero no hay en ese joven cualidad, no ha hecho calaverada que yo no conozca.

Serás mi chulo; serás mi «socio», como dicen las de los barrios bajos... A veces me acuerdo de algunas vendedoras que he visto en la plaza de la Cebada, con sus enaguas muy almidonadas y sus buenos pendientes de oro.

Y hoy, que es el último día... ya veis... Callose otra vez y frotó el cuarzo contra su manga. Como puede verse, el caso es duro para su socio... Y ahora, señores añadió bruscamente, recogiendo su pala de largo mango, se acabó el entierro; les doy las gracias y... Tennessee se las da también por la molestia que les ha ocasionado.

Se había cansado de trabajar para los demás, y teniendo por socio á cierto joven norteamericano, se ocupaba en la colonización de unos cuantos miles de hectáreas junto al río Negro. En esta empresa había arriesgado sus ahorros, los de su compañero, é importantes cantidades prestadas por los Bancos de Buenos Aires; pero consideraba el negocio seguro y extraordinariamente remunerador.

Y aún les parecía más interesante la conversación si se refería a objetos inanimados. El derecho civil también les encantaba en lo que atañe al parentesco y a la herencia. Pasaba un socio cualquiera, y si no le conocía alguno de aquellos fundadores preguntaba: ¿Quién es ese? Ese es hijo de... nieto de... que casó con... que era hermana de....

Al mismo tiempo remitía a mi compañero y amigo Teodoro Llorente, director de Las Provincias, correspondencias y artículos sobre el fomento de la agricultura en general y el arbolado en particular, tan notables, que la Sociedad de Amigos del País y la de Agricultura y los periódicos de la capital me felicitaron por mis trabajos de tanta utilidad social, y aquellas Sociedades, además, me honraron nombrándome socio corresponsal.

Arreglado el salón al gusto de los más flamantes modelos, redactóse una constitución fundamental; elevóse, según ella, á doce el número de bailes en cada verano, y el de los de compromiso para cada socio, y la cuota de éstos á dos duros por cada uno de aquéllos, y se prohibió la entrada en el salón, en noches de fiesta, á toda persona del pueblo que se hubiese negado á ser suscriptor.

No pudimos dejar de comprender que Dawson, como socio de Blair y partícipe de su enorme riqueza, debía conocer muy bien el secreto y haber dado ya los pasos convenientes para ocultarme a , su legítimo dueño, la verdad. Había que tenerlo muy en cuenta, pues era un hombre siniestro, poseedor de la astucia más insidiosa y del ingenio más diabólico en el arte de los subterfugios.

Algunos, con inagotable generosidad, sentían el deseo de hacer partícipes de su estupenda fortuna a todos los allegados, y cada mañana admitían un nuevo socio, ofrecían graciosamente una parte a un nuevo auxiliar, hasta el punto de no saber con certeza qué restaría para ellos, los geniales inventores.

Palabra del Dia

mármor

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