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Actualizado: 21 de octubre de 2025


Será usted mi socio; le daré el cincuenta por ciento de las ganancias.... ¿No quiere?... Sea el setenta y cinco. Al ver que yo seguía avanzando escalinata arriba sin escucharle, se llevó un silbato á la boca. Su cara fué la de Sansón agarrándose a las columnas del templo. ¡Antes morir, que ver quebrada su casa! Sonó un estallido formidable, como si se rasgase el mundo.

Sea por una de tantas humoradas, que como ya he indicado eran características de Sandy-Bar, sea por razones más altruistas, el caso es que las dos terceras partes de los desocupados aceptaron en seguida la invitación que tan desinteresadamente se les hacía. Habían dado ya las doce, cuando el cuerpo de Tennessee fue puesto en manos de su socio.

Poco se supo de su felicidad matrimonial hasta que Tennessee, que vivía entonces con su socio, tuvo un día ocasión de decir por cuenta propia algo a la novia, que «la hizo sonreír no desfavorablemente», retirándose ésta hacia Marisvilla, a donde la siguió Tennessee y donde pusieron casa, sin requerir la ayuda de ningún funcionario judicial.

Al doblar la pequeña cresta que ocultaba a su vista Sandy-Bar, algunos, volviéndose hacia atrás, creyeron ver al socio de Tennessee, terminada ya su obra, sentado sobre la tumba, con la pala entre las rodillas y la cara sepultada en su rojo pañuelo de seda; pero otros arguyeron que, a tal distancia, no era posible distinguir la cara del pañuelo, y este punto no se esclareció jamás.

Preparado el terreno, vienen las presentaciones. El «tramitador» está relacionado con todo nuestro gran mundo y le es muy fácil ir dando a conocer en los altos círculos a sus nuevos amigos. Al aventajado estudiante le apadrina en su presentación de socio en el Jockey y le inicia en la vida de los clubs.

Josefina, para quien su padre era un socio del Casino que venía a dormir a casa, y que no hallaba en su madre sino la encargada de satisfacer frívolos caprichos, ni veía en el aya más que una criada con vestido de seda, fue poco a poco acercándose a Lázaro, movida simultáneamente de la necesidad de un amigo para su soledad, de la simpatía que inspiraba el hombre y el respeto que infundía el clérigo.

Una comedia en Manila se arregla en dos horas, habiendo un socio capitalista que tenga en cartera hasta un billete de Banco de 10 pesos, ó un crédito en plaza, ó plazuela, de 20 pesetas; capitales que, aunados con un industrial que á la par de socio sea cómico, cantante y bailarín, se concierta un programita.

Después de haber estrechado con afectada cordialidad la mano de cuantos estaban en el salón, enjugó su seria y perpleja cara con un pañuelo rojo de seda menos oscuro que su tez, apoyó su robusta mano sobre la mesa, y se dirigió al jurado con suma gravedad, diciendo: Pasaba por aquí, y se me ocurrió entrar a ver cómo seguía el asunto de ese Tennessee, mi socio y compañero. ¡Uf, que noche más sofocante!

No hay que perder el socio, sino avenirse con él, aunque la sociedad luche con algunos tropiezos. Allanémoslos, en vez de aumentarlos; que al quitar los nuestros, también él si no es una mala persona quitará los suyos, despejando así el camino de la dicha. Vivir es ya un milagro; no depende de nuestra voluntad, sino de la Providencia. Saber vivir depende de nosotros mismos.

Del piano saltó entonces un allegro vivace, con muchas octavas, y el tecleo cubrió las voces... sólo se oyeron fragmentos del diálogo que sostenían la agria voz de doña Dolores y la voz becerril de su cuñado. La fábrica, bien... de capa caída... las hipotecas... al ocho.... Liquidaron con el socio... la competencia....

Palabra del Dia

mármor

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