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Y por eso no debe decirse que existen matrimonios desiguales, ya que cada uno pone en esta sociedad divina y humana lo que al otro le falta, coordinándose así los deseos dispares. En estos casos, salta a la vista que el «tramitador» se está tramitando a mismo...

Preparado el terreno, vienen las presentaciones. El «tramitador» está relacionado con todo nuestro gran mundo y le es muy fácil ir dando a conocer en los altos círculos a sus nuevos amigos. Al aventajado estudiante le apadrina en su presentación de socio en el Jockey y le inicia en la vida de los clubs.

Y vengamos al tema verdadero de nuestra croniquilla. ¿Cómo se entra en este gran mundo? Aquí empieza la función del «tramitador». No es difícil esta entrada, pues nuestro gran mundo es fácil, abierto, asequible. El «tramitador» es persona conocida, «mozo bien», hombre, en fin, perteneciente a uno de los grupos en que hemos definido nuestra aristocracia.

Entretanto, terminemos estos ligeros apuntes descriptivos con unas pocas palabras más sobre el «tramitador». ¿Qué móviles le inducen a ejercer estas tramitaciones? ¿Son ellas desinteresadas? Muchas veces, . Una pura simpatía le guía.

Alguna vez el jefe de la familia tramitada, hombre de gran poder económico, puede ayudar al «tramitador» en sus negocios vacilantes con sus influyentes relaciones bancarias y por los mil medios que tiene a su alcance la sólida opulencia.

A la niña la recomienda mucho a sus relaciones femeninas y muy especialmente a unas parientas del propio «tramitador», señoritas distinguidas que figuran mucho en sociedad, las cuales toman bajo su protección a la neófita, logrando que sea invitada a las principales fiestas de nuestro gran mundo. El «tramitador», que todo lo prevé, tiene buenos amigos entre los cronistas sociales de los diarios.

Con tal motivo el estanciero, oscuro hasta entonces, se torna conocido para todo el país, justamente conocido y respetable, pues tanto su labor como sus palabras contribuyen al progreso patrio. El «tramitador» no olvida nada.

El padre, el jefe de la familia a tramitar, es un hombre lleno de méritos; tiene una estancia de diez leguas, pobladas por él mismo, con alfalfares magníficos y animales finísimos. «Hombres así hacen falta al país» dice el «tramitador». Y tiene razón: estos son los hombres que hacen falta. Luego agrega que es una persona muy educada, muy discreta, muy agradable.

De manera que la señorita desconocida empieza a ser mencionada constantemente en las crónicas, entre lo más dorado de nuestra sociedad. Tiene también el «tramitador» algún pariente que ocupa alta posición en la política o en el gobierno. Y un día le presenta a su amigo, el rico estanciero.

Otras veces, el «tramitador» se convierte en heredero de las diez leguas alfalfadas por medio de un matrimonio un tanto morganático, si vale expresarse así, en que se unen el brillo del nombre y el más opaco que da el campo bien alfalfado, aunque exento de gules. La vida es una serie de mutuos apuntalamientos, de combinación de anhelos, de asociación de aspiraciones diversas.