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El viento siguió soplando cada vez más vivo; un viento tibio y húmedo que los presos encontraban asaz siniestro. Los árboles que bordaban las orillas de la carretera se retorcieron angustiados, dejando caer toda el agua de que estaban cargados.

Ágil ó indolente, hinchando su globo nacarado y matizado de azul y púrpura, arroja por medio de sus dilatados cabellos de un azur siniestro, cierto veneno sutil que abate cuanto toca. Aunque menos temibles, tampoco perecen los velelos, los cuales tienen la forma de almadía. Su pequeño organismo es algo sólido; y saben navegar, voltear al viento su vela oblicua.

Nos hallábamos entonces al pie de una altísima sierra que se desenvolvía, a diestro y a siniestro, en interminable anfiteatro. ¿Por dónde tomamos ahora pregunté a Chisco , y adónde iremos a salir? la veo contesté. La veo. Pos por ayí hemos de pasar. ¿Por entre los dos cuetos? Por encima de la lomba que va del unu al otru. ¿Por encima de aquella última? Por encima de la mesma.

Carmencita, absorta en su desconsuelo, se levantó de pronto estremecida por un resoplido siniestro, y, toda temblorosa, gritó una vez más: ¡La nétigua!... De las habitaciones de don Manuel salían ya los chillidos agudos de doña Rebeca, y el ave agorera tendía sobre el azul cobalto de la noche su vuelo silencioso.... El hidalgo de Luzmela había muerto.

En alta mar, cualquiera embarcación les sirve de isla y de punto de descanso. Dan vueltas en derredor, y á veces solicitan la hospitalidad con la mayor franqueza, posándose momentáneamente sobre los mástiles. No tardaréis en divisar el sombrío petral, ave de vuelo siniestro, el cual tan hábilmente sabe poner en peligro la embarcación, colocándose entre ésta y el huracán.

Doña Guiomar le envió con un criado antiguo, en buena cabalgadura, un lacónico billete diciéndole que regresara cuanto antes, porque su abuelo se hallaba muy malo. En efecto: don Íñigo, consumido por un mal misterioso, pasaba terriblemente a mejor vida, con los labios estremecidos por incesante plegaria. Aquella triste carne, manando humores, anticipaba al sepulcro su trabajo siniestro.

¿Ha estado alguna otra vez ese joven en la corte? No, señor. ¿Y entonces cómo conoce á doña Clara? Yo no lo , pero en palacio le conocen y mucho. Hablad, hablad. Yo creo, señor, y casi tengo pruebas, que doña Clara sólo es la cortina de ciertos amores. Explicáos. La reina... ¡Qué decís de la reina!... La reina ama á mi sobrino. Pasó algo siniestro por el semblante del fraile.

Fray Diego no estaba conforme con tanta crueldad, pero el barón ni por Dios vivo quiso alterar poco ni mucho aquel plan siniestro de terrible ejemplaridad. Costó trabajo persuadir a Josefina a que viniese con ellos. Consiguiéronlo después de prometerle que su madrina no volvería a pegarla y que sería para ella muy buena de allí en adelante. ¡No faltaba más!

Cierto día se difundió por la Fábrica siniestro rumor: Rita de la Riberilla, una operaria, había sido cogida con tabaco. ¡Con tabaco! ¡Jesús, si parecía una santa aquella mujer chiquita, flaca, con los ojos ribeteados de llorar, que solía atarse a la cara un pañuelo negro a causa, quizá, del dolor de muelas!

Interior de una cabaña; Azucena estará sentada cerca de una hoguera; Manrique a su lado de pie. MANRIQUE y AZUCENA AZUCENA, canta. Bramando está el pueblo indómito, de la hoguera en derredor; al ver ya cerca la víctima, gritos lanza de furor. Allí viene; el rostro pálido, sus miradas de terror, brillan de la llama trémula al siniestro resplandor. MANRIQUE. ¡Qué triste es esa canción!