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Actualizado: 23 de junio de 2025
El joven no se podía explicar de dónde le podía venir la droga; los únicos que frecuentaban la casa eran Simoun y el P. Irene, aquel venía raras veces, y éste no cesaba de recomendarle fuese severo é inexorable en el régimen y no hiciese caso de los arrebatos del enfermo, pues lo principal era salvarle. Cumpla usted con su deber, joven, le decía, cumpla usted con su deber.
Si no llegaba a salvarle, llegaría a vengarle. Paco no se andaba con metafísicas ni discreteos. No pensaba ni en asesinatos a traición ni en duelos de toda ceremonia. Sólo pensaba en sacar el amor y hasta el alma del Condesito de su gallardo cuerpo a mojicones y patadas.
Habían traído a bordo los Diálogos de amor de León Hebreo, a quien Morsamor quedó muy aficionado desde que logró salvarle de los insultos de la plebe. A veces leían en dichos Diálogos y luego los comentaban. Y eran tan atinadas y profundas las ilustraciones de donna Olimpia que, si se hubiesen conservado y reunido en un volumen, formarían hoy la Filosofía de amor más interesante y sublime.
Un año hacia que en los calabozos de Puerto-Cabello gemia prisionero el valiente Jalon, y Bolívar, tanto por salvarle cuanto por humillar á Monteverde, puso sitio á la plaza con las tropas de Urdaneta y la division de Ribas, mandadas por Giraldot.
Menos palabras. ¿Estaba dispuesto a salvarle, o se negaba a ello? El aperador, por toda respuesta, ensilló su jaca valiente, y otro de los caballos del cortijo. Iba a llevarle en seguida a la sierra, y una vez allí, se encargarían otros de él. El viejo los vio alejarse a todo galope, y emprendió su regreso, encorvado por repentina vejez, como si toda su vida se fuera con su hijo.
Deseaba volver la salud al Padre; pero conocía que su situación era desesperada, que sólo un milagro podía salvarle, y él no creía en milagros. Humanamente, entre tanto, hizo cuanto pudo y supo. No quiso sangrar al enfermo porque le encontraba débil en demasía, pero le dio los medicamentos más enérgicos y conocidos para estos casos.
La moral está fundada, pues, en el bien general. ¿Qué era lo que exigía el bien general cuando ese desgraciado viejo se arrojó al agua? ¿Exigía que mi yerno expusiese su vida por salvarle?
Yo... te amaba como dices, con el deseo antes de hoy: te amé de ese modo desde el punto en que te vi... Pero desde hoy, Dorotea, te amo con un amor que no puede confundirse con nada, porque tu amor me ha obligado á amarte; tú me has procurado la libertad, y con la libertad la vida, no sé á precio de qué sacrificio; has podido satisfacer tus celos, vengarlos, diciendo á mi mujer: «tú, su esposa; tú, la dama hermosísima, noble, rica, favorita de la reina, no has podido salvarle; y yo, la cómica, yo, su querida, le he salvado»; y tú no has hecho eso, Dorotea; tú has sufrido tu despecho, tu desesperación, y has hecho llegar por las manos del rey á mi mujer la orden que me ponía en libertad; tú sabías que yo libre había de partir de Madrid y, sin embargo, la libertad me has dado; ¿cómo quieres que no te ame, á no ser que creas que soy un miserable?
Todo por ese hombre malvado ... ¡Si vieras qué tumulto! ¡Ah, no salgas, por Dios! dijo Clara. Es preciso salir. Sé que tratan de prender á mi tío, que tratan de hacerle justicia. Lo merece, es cierto; pero yo que hice cuanto pude para impedir la realización de sus inicuos planes, trataré también de salvarle á él. Es hermano de mi madre.
Además, nada le costaba a aquella buena señora de Madrid librarle la vida; era asunto de echar una firmica. Y a todos los enterradores oficiales que por curiosidad o por deber le visitaban, abogados, curas y periodistas, les preguntaba, tembloroso y suplicante, como si ellos pudieran salvarle: ¿Qué les parece? ¿echará la firmica?
Palabra del Dia
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