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La vehemencia con que dijo esto volvió á conmover á Torrebianca, hasta el punto de hacerle llevar las manos á los ojos. Robledo aprovechó su emoción para decir lo que consideraba más importante y difícil. Yo te sacaré de aquí. Te llevaré á América, donde puedes encontrar una nueva existencia.

8 Cuchillo habéis temido, y cuchillo traeré sobre vosotros, dijo el Señor DIOS. 9 Y os sacaré de en medio de ella, y os entregaré en manos de extraños, y yo haré juicios en vosotros. 10 A cuchillo caeréis; en el término de Israel os juzgaré, y sabréis que yo [soy] el SE

2 y te quebrantaré, y te sextaré, y te haré subir de las partes del norte, y te traeré sobre los montes de Israel; 3 y sacaré tu arco de tu mano izquierda, y derribaré tus saetas de tu mano derecha. 4 Sobre los montes de Israel caerás , y todas tus compañías, y los pueblos que fueron contigo; a toda ave y a toda cosa que vuela, y a las bestias del campo, te he dado por comida.

Iluso, fanático, vano ... porque sólo vanidad es eso, vanidad de Satán dijo Elías con severidad; y después añadió con más fuerza: Pero yo te sacaré de esa miseria. Estas palabras fueron pronunciadas con tan profundo acento de convicción, que el sobrino no pudo contestarlas, y se hundió más. ¿Qué intentas hacer? ¿Qué esperas? ¿Piensas que esto va á continuar así por mucho tiempo?

Mas lo que yo podré hacer por serviros es lo que ahora diré: corred y decid a vuestro padre que se entretenga en esa batalla lo mejor que pudiere, y que no se deje vencer en ningún modo, en tanto que yo pido licencia a la princesa Micomicona para poder socorrerle en su cuita; que si ella me la da, tened por cierto que yo le sacaré della.

La primera intención que me dio fue debolvértelo, porque yo no lo he echo por el interés; pero me lo guardo por si algún día lo necesito, que lo sacaré pensando que me lo a dado el único hombre de quien yo puedo tomarlo sin que me vergüenza, porque siempre te he mirado como si fueras mío de beras, aunque ya sabía yo que todo esto era por pasar el tiempo.

Hazte ahora la simple y la gatita Marirramos. ¿Pero no ves que yo te calo al instante y adivino tus infundios? Vamos, mujer, confiésalo; no trates de añadir a la infamia el engaño. ¿Qué, señora? Pues que has tenido una mala tentación... Confiésamelo, y te perdono... ¿No quieres declararlo? Pues peor para ti y para tu conciencia, porque te sacaré los colores a la cara. ¿Quieres verlo?

¿Sacaré a relucir las manoseadas y trivialísimas moralidades de que dicha estación responde a la juventud en nuestra vida, y de que conviene no gastar las flores a fin de que haya luego sazonados frutos en el otoño? ¿O daré lección de política o de filosofía de la historia, con ocasión de la Primavera, afirmando que las naciones tienen también la suya, o sea su juventud, durante la cual aman y cantan y dan flores; pero que, no bien llegan a su otoño, o dígase a su edad madura, deben dejarse de tales devaneos y trabajar mucho, que esto es dar el fruto que importa, a fin de pagar las deudas y proporcionarse las comodidades y el bienestar que el invierno y la vejez reclaman?

Anticipar la muerte; ser cadáver que respira y come, pero que no piensa, ni sufre, ni se entusiasma: ésa sería para la dicha, hermano. No adonde ir: los hombres me esperan más allá de esa puerta para acosarme otra vez... ¿Me quieres contigo...? El Vara de palo, por toda contestación, empujó cariñosamente a Gabriel. ¡Vamos arriba, loco! No morirás; yo te sacaré adelante.

Ten memoria, y no se te pase della cómo te recibe: si muda las colores el tiempo que la estuvieres dando mi embajada; si se desasosiega y turba oyendo mi nombre; si no cabe en la almohada, si acaso la hallas sentada en el estrado rico de su autoridad; y si está en pie, mírala si se pone ahora sobre el uno, ahora sobre el otro pie; si te repite la respuesta que te diere dos o tres veces; si la muda de blanda en áspera, de aceda en amorosa; si levanta la mano al cabello para componerle, aunque no esté desordenado; finalmente, hijo, mira todas sus acciones y movimientos; porque si me los relatares como ellos fueron, sacaré yo lo que ella tiene escondido en lo secreto de su corazón acerca de lo que al fecho de mis amores toca; que has de saber, Sancho, si no lo sabes, que entre los amantes, las acciones y movimientos exteriores que muestran, cuando de sus amores se trata, son certísimos correos que traen las nuevas de lo que allá en lo interior del alma pasa.