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Actualizado: 15 de octubre de 2025


Pues más voy á tardar dijo Montiño entrando en una pequeña habitación y sacudiendo su capa, que estaba empapada por la lluvia. ¿Cómo que vas á tardar, Francisco? dijo una joven hermosa también, y como de veinte años, que al levantarse para tomar la capa del cocinero mayor, dejó ver que estaba abultadamente encinta.

Vio, además, que tenía los puños de la chambra hechos un trapo, remojados de lágrimas, y la falda sembrada de hilitos de hacer labor. Se recorrió maquinalmente con ambas manos, sacudiendo los cabos de hilo, y estirose algo los puños, mientras llegaba a la puerta. En ésta vaciló aún; pero la media obscuridad que ya reinaba le dio ánimos.

Ahogó un sollozo y huyó a su habitación, a llorar, tan pequeña en el amplio y largo corredor, que parecía una niñita. El doctor la siguió con la vista, consultó de nuevo su reloj y, sacudiendo la cabeza, se dirigió a sus habitaciones. El día siguiente fue gris, y, aunque no llovió, hizo mucho frío. El invierno se echaba encima. El barro no tardó en secarse.

Cuando la pasion se presenta en toda su deformidad y violencia, sacudiendo brutalmente el espíritu, y empeñándose en arrastrarle por malos caminos, el espíritu se precave contra el adversario, se prepara á luchar, resultando tal vez que la misma impetuosidad del ataque provoca una heróica defensa.

Los infelices caballos, que se van pisando las tripas, y que todavía en las ansias de la muerte, andan por el circo a fuerza de palos, que un rudo ganapán va sacudiendo sobre sus costillas, será el espectáculo más nacional de todos, pero es espectáculo feo, villano, horrible y repugnante por todo extremo.

Me agarra cuando menos lo pienso y se introduce dentro de mi ser, se filtra en mis venas como un veneno sutil y me inflama... Clara le miró fijamente con ojos donde además de la tristeza se pintaba la cólera y murmuró sacudiendo la cabeza: ¡Está bien! ¡está bien!

En los bancos, y cada cual con su periódico en la mano, había algunos señores viejos, tipos de militares retirados, de ancianos achacosos que, sacudiendo el entumecimiento del invierno, salían en busca de un rayo de sol tibio.

Pero, hombre, ¿la quiere usted más dentro del teatro todavía? dijo Romadonga sacudiendo la cabeza desesperadamente. Mientras una cruel pulmonía postraba en el lecho a Mario, su nombre corría por la prensa periódica, era objeto de apasionadas discusiones. El fallo del jurado, en lo que a él se refería, fue condenado como injusto por varios críticos.

Visita bebió un poco más de lo ordinario y se quedó traspuesta algunos instantes en un sofá, mientras su marido leía el periódico que había enviado a comprar. ¡Ea, ahora con la música a otra parte! exclamó al cabo la ciega levantándose y sacudiendo la pereza. ¿A qué parte? preguntó Cirilo riendo. Adonde la proporcionan mejor en Madrid; al circo del Príncipe Alfonso. Y así se verificó rápidamente.

Aún no había salido del primer encantamiento de su existencia plácida, ordenada y tranquila al lado de Feli. La muchacha se revelaba como una excelente ama de casa. Descendía por las mañanas a la plazuela con mantón y cesta; después, pasábase el día con los brazos arremangados, cocinando, sacudiendo el polvo, repasando la escasa ropa de Isidro. Nunca había ido éste tan pulcro.

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