Vietnam or Thailand ? Vote for the TOP Country of the Week !
Actualizado: 9 de mayo de 2025
Sólo se aguardaba para celebrar la boda que el diputado sacase al novio un empleo de diez o doce mil reales que le habían pedido hacía más de un año. Doña Nicolasita estaba más impaciente que nadie; echaba mil maldiciones al diputado, decía que no servía de nada y conspiraba para que en las próximas elecciones eligiesen a otro que sacase empleos con más facilidad y prontitud.
Fue necesario que bajase al escritorio de Escudero y que éste sacase de la caja la preciada joya regalo del novio. Enteradas por este paso algunas criadas de la ceremonia que iba a realizarse, no dejaron de acudir para ver si percibían algo espiando por las cerraduras y los quicios de las puertas.
Mas no tardó mucho en venir sobre él la divina justicia que le esperaba en un desierto solo, sin que hubiese á quien volver los ojos; allí, pues, se le hinchó disformemente una rodilla y se le empezó á podrir, criando materia y gusanos y echando una hediondez intolerable, con que rabiando de dolor murió sin tener quien le diese aun la sepultura de las bestias, ya que había ido como una de ellas; y claramente conocieron todos que esto le había sucedido en pena á su obstinación, porque por más á prisa que fueron algunos neófitos á socorrerle, no llegaron á tiempo y sirvió su desgraciada muerte para que ninguno en adelante sacase el pie de la Reducción sin haber ajustado antes con Dios las partidas de su conciencia y pedido la bendición á la Santísima Virgen.
Por el siglo de mi madre, que me sacase los mismos ojos de mi cara, si alguna desgracia me aconteciese bonita soy yo para eso. JUANA #Tostada#. Sosiégate, prima, que toda la gente viene. CHANFALLA. Siéntense todos; el Retablo ha de estar detrás de este repostero, y la autora también. GOBERNADOR. El señor Montiel comience su obra. BENITO. Poca balumba trae este autor para tan gran Retablo.
Hay que buscar dónde oír una misa. No se encuentra un sacerdote que entienda nuestra lengua para confesarse con él.» Y el contento de regresar a su tierra de altas mesetas y vegetación tropical aminoraba la tristeza de dejar a sus espaldas a la hija única y los nietos. La habían rogado que se quedase con ellos. ¡Ay, no! Quien la sacase de Salta, la mataba.
Preguntamos y nos dijeron que en aquella vivía hacía algunos años, un lazarino llamado Simón, quien no sale del recinto de la isla y á quien sus parientes llevan semanalmente los alimentos, dejándoselos en la playa. Dicho lazarino, siempre que se le proponía el mandarlo á un establecimiento piadoso, rompía en lágrimas rogando no se le sacase de aquellas soledades para él tan queridas.
Real y verdaderamente, todos los que gustan de semejantes historias como ésta deben de mostrarse agradecidos a Cide Hamete, su autor primero, por la curiosidad que tuvo en contarnos las semínimas della, sin dejar cosa, por menuda que fuese, que no la sacase a luz distintamente: pinta los pensamientos, descubre las imaginaciones, responde a las tácitas, aclara las dudas, resuelve los argumentos; finalmente, los átomos del más curioso deseo manifiesta. ¡Oh autor celebérrimo! ¡Oh don Quijote dichoso! ¡Oh Dulcinea famosa! ¡Oh Sancho Panza gracioso!
La clase de filosofía que contaba con un par de estos alumnos que sacase la cara por ella, ya se creía capaz de hacer frente á la pandilla de Cuco, el del muelle de las Naos, ó al rebaño de mozos más aguerridos de Monte.
Hasta entonces el bobito persistía en la buena costumbre de dar a su mujer las llaves para que ella sacase de la arqueta el dinero. Pero una tarde antójasele volver a las andadas y sacar el funesto cajoncillo, y lo abre y empieza a manosear lo que dentro había... ¡Ay, Dios, mío qué trance, qué momento! A la Pipaón un color se le iba y otro se le venía.
Aparte la perfecta imitación de lo natural, el rasgo distintivo de este lienzo es cierta mezcla de vigor y elegancia, de majestad y gallardía que hace profundamente simpático al modelo: aun ignorando quién sea el retratado, se comprende que debe de pertenecer a la categoría de mimados por la fortuna y puestos por ella en la cumbre de las grandezas sociales, alguien hecho a la magnificencia y regalo de los palacios, un poderoso a quien la felicidad ha protegido; porque continente, apostura, gesto, todo es propio de gran señor: y sabiendo que es Felipe IV de Austria, bajo cuyo cetro no hubo desgracia que no nos viniera encima ni mengua que le sacase de su culpable apatía, cuando recordamos que es aquel Rey falto de empuje para cuanto no fuese disponer fiestas y cortejar mujeres, aún es mayor el asombro que causa su imagen así trazada, porque, antes que soberano incapaz, parece padre de un pueblo a quien con su sabiduría hace dichoso.
Palabra del Dia
Otros Mirando