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Actualizado: 9 de mayo de 2025
Lo cierto es que, mientras la esperanzada Cristeta veía posible la realización de su ventura, don Juan, puestos en ella los cinco sentidos con amoroso empeño, tomaba la resolución de buscar a don Quintín para que éste le sacase de dudas sobre si era o no verdad lo del casorio, y pensando en él se decía: «Está visto que ese pobre majadero ha nacido en provecho mío.» Capítulo XVIII
La manía de escribir este linaje de obras fué tan lejos, que en Sevilla no hubo poeta que no sacase á las tablas al santo de su devoción. Entre los poetas dramáticos de este tiempo, aparecen ya muchos que fueron después muy famosos en el período siguiente: cuéntanse entre ellos Lope de Vega, Tárrega, Gaspar Aguilar y otros.
Pero Milagros, que iba tras el quid de que su amiga la sacase de aquel profundo atolladero en que estaba, echole los brazos al cuello y con ahogada voz le deletreó en el oído estas palabras, más lacrimosas que el cenotafio en que D. Francisco había trabajado con tan mala fortuna: «Usted... usted, amiga del alma, puede salvarme...».
Con estos 30.000 rs. que D. Jaime, por más que se resistió, tuvo que aceptar para no ofenderla, a más de gastar parte en amueblar la casa, dispuso doña Luz que le sacase D. Jaime en Madrid su título de marquesa. Lo que nunca había querido cuando soltera lo quiso ahora para que su marido fuese marqués, y ella como que le sellase con su propio título y sello, juzgando que así le haría más suyo.
Una hoja de papel amarillento asomaba por entre las dos cubiertas, como si el cartapacio le sacase la lengua. Sacólo del armario y lo abrió: era el famoso proyecto de la Escuela de Artes y Oficios. ¡Qué diantre! exclamó; pero si se han encargado de ella los Padres Agustinos... De repente se dió una palmada en la frente, arqueó las cejas, una espresion de triunfo se pintó en su semblante.
En los tres o cuatro mil años que conocemos de historia, debiera advertirse que por sus pasos contados vamos acortando esta distancia. Yo, sin embargo, lo advierto poco. Todos los inventos, adelantos y mejoras que el hombre ha hecho, me parecen, si de acortar esta distancia se trata, como la cantidad de agua que un niño sacase del mar con una escudilla para dejarle en seco.
Don Antonio Moreno se llamaba el huésped de don Quijote, caballero rico y discreto, y amigo de holgarse a lo honesto y afable, el cual, viendo en su casa a don Quijote, andaba buscando modos como, sin su perjuicio, sacase a plaza sus locuras; porque no son burlas las que duelen, ni hay pasatiempos que valgan si son con daño de tercero.
Profesábanse gran cariño las dos hermanas; pero esto no impedía que algunas veces Amparo esgrimiese su carácter burlón contra Concha y ésta sacase a luz su impetuosidad iracunda; conflictos que terminaban siempre yendo la pequeña en busca de la mamá, llorando, con la mejilla roja de un bofetón o un par de pellizcos en los brazos.
¿Qué tenía el príncipe para contrabalancear las sacudidas del destino?... Nada. Seguía viviendo como en los años de paz, pensando únicamente en él. Era todavía como habían sido los demás hombres antes de que la guerra los sacase de su individualismo egoísta, haciendo reflorecer las virtudes de la solidaridad y el sacrificio.
Así como se hallaron sobre el entarimado y cerradas convenientemente las trampas, dieron comienzo, como es lógico, a una danza fantástica; pues bien sabido es de antiguo que no pueden estar juntos cuatro demonios sin entregarse con furor al baile. Los espectadores seguían con extremada curiosidad sus vivos y acompasados movimientos. Un chiquillo lloró. El público obligó a su madre a que lo sacase.
Palabra del Dia
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