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Actualizado: 29 de junio de 2025
Cuando hay un poco de corazón, se apetece otra cosa... ¿Por qué no te casas? dijo la brigadiera secamente y sin levantar la cabeza.
Empezó por pronunciar algunas frases corrientes de felicitación y en seguida, seguro de que nadie le veía más que ella, dijo secamente: Vas á marcharte á tu casa y á esperarme. Dentro de media hora iré. Da orden de que me reciban. Lea bajó la cabeza y respondió: Obedeceré. Está bien.
Es que, si no te importa á ti, me importa á mí manifestó ella secamente, herida por aquel gesto. ¡Allá tú! repuso el guapo, disponiéndose á entrar en el cuarto de la reunión. Soledad le dejó partir mirándole fijamente, pero antes de llegar á la puerta le llamó: ¡Velázquez! ¿Qué hay? preguntó él volviendo la cabeza. Ven. El dueño se acercó. ¿Qué se ofrece?
Un instante después nos hallábamos en el parque. La sirvienta, vestida á la moda del país, marchaba delante, llevando una linterna; luego iba la señorita de Porhoet, derecha y silenciosa, levantando con mano cuidadosa y decente los pocos pliegues de su angosta saya de seda; había rechazado secamente el ofrecimiento de mi brazo, y seguía á su lado, con la cabeza baja, muy poco satisfecho de mi papel.
Una tarde, á la hora del ensayo, penetraba en el escenario un hombrecillo sonrosado, redondo y alegre: era Mr. Chalonette, alguacil del juzgado. Vengo dijo secamente, á cerrar el teatro. Bissón, que ya esperaba aquella visita, recibió á Mr. Chalonette con una cordialidad envolvente. ¿Ha visto usted alguna vez un ensayo? preguntó. No, señor. Pues, siéntese usted; es muy curioso. Luego hablaremos.
Y viendo que la chica le miraba cada vez con más sorpresa: ¡Abre los ojos, tunanta... abre los ojos!... Acaba de decirme que quiere ser tu marido. Rosa frunció repentinamente el entrecejo, y después de un instante de vacilación, en que temblaron sus labios, como para decir muchas cosas a la vez, dejó escapar estas palabras secamente: Falta que yo quiera ser su mujer.
Hexe-Baizel se había vuelto rápidamente, como una comadreja sorprendida en acecho, sacudiendo la cabellera roja y lanzando chispas por los ojos; pero se tranquilizó en seguida y exclamó secamente, como si se hablara a sí misma: ¡Hullin... el almadreñero! ¿Qué se le habrá perdido por aquí? Vengo a ver a mi amigo Marcos, señora Hexe-Baizel respondió Juan Claudio ; tenemos que hablar de negocios.
Entró haciendo saludos de miope y se sentó sin ceremonia en la primera silla que encontró, colocando la chistera sobre sus rodillas, después de mirar y convencerse que no había sitio más apropiado. Ya está usted aquí, señor don Raimundo dijo Jacintito. Hoy estamos a 26 de mayo contestó el viejo secamente. Lo sé, lo sé; ¡Dios nos libre de su buena memoria, de su reloj y de su almanaque!
No compramos alhajas porque no las nececitamos, contestó secamente Isagani, picado en su orgullo de provinciano. Una sonrisa se dibujó en los pálidos labios de Simoun.
¿Cómo te llamas tú? preguntóle el catedrático. Plácido contestó secamente. ¡Aja! Plácido Penitente, pues más pareces Plácido Soplon ó Soplado. Pero te voy á imponer penitencia por tus sopladurías. Y feliz con el juego de palabras, le mandó dijese la leccion. El joven, en el estado de ánimo en que se encontraba, cometió más de tras faltas.
Palabra del Dia
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