Vietnam or Thailand ? Vote for the TOP Country of the Week !
Actualizado: 2 de junio de 2025
Pero sea que ella temiese la intervención secreta ó pública de Rogerio Chillingworth, ó que su conciencia le hiciera temer que se concibiese una sospecha, que ningún otro habría imaginado, ó que tanto el ministro como ella necesitaban de más amplitud de espacio para poder respirar con toda libertad mientras hablasen juntos, ó quizás todas estas razones combinadas, lo cierto es que Ester nunca pensó en hablarle en otro lugar sino á la faz del cielo, y de ningún modo entre cuatro paredes.
Rogerio Chillingworth conoce tu propósito de revelarme su verdadero carácter. ¿Continuará entonces guardando nuestro secreto? ¿Cuál será ahora la nueva faz que tome su venganza? Hay en su naturaleza una extraña discreción, replicó Ester pensativamente, nacida tal vez de sus ocultos manejos de venganza. Yo no creo que publique el secreto, sino que busque otros medios de saciar su sombría pasión.
El anciano Rogerio accedió fácilmente, y continuó su vigilancia médica, haciendo cuanto podía en beneficio del ministro, con la mayor buena fe, pero saliendo siempre de la habitación del paciente, después de una entrevista facultativa, con una sonrisa misteriosa y extraña en los labios.
Dimmesdale cuando en cumplimiento de su promesa pidió al anciano Rogerio Chillingworth los auxilios de su profesión, estaría contento con que mis labores, y mis penas, y mis pecados, terminaran pronto junto con mi existencia, y lo que en mí es terrenal se enterrase en mi sepultura, y lo que es espiritual me acompañara á mi morada eterna, antes que poner á prueba vuestra habilidad en beneficio mío.
El único cirujano era un individuo que unía al ejercicio casual de esa noble profesión, el manejo diario y habitual de la navaja de afeitar. Para semejante cuerpo facultativo fué Rogerio Chillingworth una adquisición brillante.
¡Extraña niña! observó el anciano Rogerio. Es fácil ver lo que hay en ella de su madre. ¿Creeréis por ventura, señores, que esté fuera del alcance de un filósofo analizar la naturaleza de la niña, y por su hechura y modo de ser adivinar quién es el padre? No: en tal asunto, sería pecaminoso atenerse á la filosofía profana, dijo el Sr. Wilson.
Rogerio Chillingworth poseía todas, ó casi todas las condiciones arriba enumeradas.
Para resumir diremos, que tomó cuerpo la creencia de que el Reverendo Arturo Dimmesdale, á semejanza de otros muchos personajes de especial santidad en todas las épocas de la religión cristiana, se veía tentado por Satanás mismo, ó por un emisario suyo en la persona del viejo Rogerio Chillingworth.
Yo no tomé nada; pero muchos otros no tenían tanto escrúpulo... Esa noche Puymartin me contó la historia de madama Scott; pero no como la refirió M. de Larnac. Rogerio me dijo que madama Scott había sido robada por unos saltimbanquis cuando era niña, y que su padre la había encontrado haciendo piruetas en un circo ambulante, saltando por sobre gallardetes y atravesando aros de papel.
Te he dejado entregada á la letra escarlata, replicó Rogerio. Si eso no me ha vengado, no puedo hacer más. Y puso un dedo en la letra, con una sonrisa. ¡Te ha vengado! replicó Ester. Es lo que creía, dijo el médico. Y ahora ¿qué es lo que quieres de mí respecto á ese hombre? Tengo que revelarle el secreto, respondió Ester con firmeza, tiene que ver y saber lo que realmente eres.
Palabra del Dia
Otros Mirando