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Actualizado: 3 de octubre de 2025


PEPA. Yo lo he visto; sin duda le habrá reprochado algún crimen. UN HOMBRE. ¡Ah! Por fin el maldito está en el sillón. OTRO. ¡Alabado sea Dios! Ya le ponen el cuello en la argolla. JUANA. ¡Santa Virgen! ¡Ya van a matarle! Pero... UN HOMBRE. ¿Y qué?... JUANA. Es que nos estafan, nos roban... ¿y la mano? EL PUEBLO. ¡Es verdad, que le corten la mano! EL ALCALDE. Es justo, lo habíamos olvidado.

Inclinados al hurto como los Itonamas, roban con tanta mas osadía cuanto que tienen la conciencia de ser temidos por las otras naciones, hasta el estremo de que se les deje impunemente entrar á saco en sus poblaciones. Debe entretanto hacerseles justicia de una bella prenda, su consecuencia y fidelidad, de que han dado repetidas pruebas.

Soltaba sus palabras atropelladamente; inclinaba la cabeza, como si el chorro de su verbosidad tirase de ella. El liberalismo, señor de Maltrana, y todo eso del progreso y las revoluciones está condensado en pocas palabras; lo que yo digo: «matar, robar y no hacer daño a nadie...» Matan el alma, se la roban a Dios, y después dicen que no hacen ningún daño... ¡La libertad!

Que los ladrones no eran gentuza de poco más o menos, lo reconocía el mismo virrey, quien, conversando una tarde con los oficiales de guardia que lo acompañaban a la mesa, dijo con su acento de catalán cerrado. ¡Muchi diablus de latrons! En efecto, excelentísimo señor le repuso el alférez don Juan Francisco Pulido . Hay que convenir en que roban pulidamente.

Estos son los enemigos constantes del nombre de Cristo: estos los que imaginan borrarlo de la haz de la tierra: estos los que procuran, por todos los caminos que se presentan á sus ojos, la destruccion del pueblo cristiano. ¡Generacion infeliz! vas á desaparecer de la tierra, dejando á tus hijos sujetos á la cautividad de aquellos que no dudaron en crucificar á su Dios! ¿Qué amor, qué piedad, qué regalo podrán esperar de estos tan crueles verdugos? ¡Maldita sea la hora en que tales viboras comenzaron á habitar entre nosotros! ¡Maldito el instante en que consentimos los nidos de estas aves de rapiña cerca de nuestras casas; porque así todo cuanto nos roban, con mas facilidad esconden de nuestras miradas!

¡Que barbarie! exclamó Martín . ¿Se ha de estar siempre hecho un esclavo, sembrando patatas o cuidando cerdos? Prefiero la guerra. ¿Y por qué prefieres la guerra? Para robar. No hables, Capistun, que eres comerciante. ¿Y qué? Que y yo robamos con el libro de cuentas. Entre robar en el camino, o robar con el libro de cuentas, prefiero a los que roban en el camino.

Juanón esperaba un arrebato de cólera del rebaño miserable: hasta se preparaba a intervenir con su autoridad de jefe para aminorar la catástrofe. ¡Esos son los ricos! decían en los grupos. Los que nos engordan con gazpachos de perro. Los que nos roban. ¡Míalos cómo se beben nuestra sangre!...

Don Tello es uno de los invitados á estas bodas, en las cuales se halla también Leonor; pero mientras todos se abandonan al júbilo y á la alegría, y Don Rodrigo manifiesta su gratitud á su noble huésped, por el honor que le dispensa, entran en la casa armados los servidores de Don Tello y roban á la novia.

Las máscaras os poned. CELIO. ¿Llamaremos? D. TELL. . Llaman, y sale ELVIRA al paño. CRIADO. Ya abrieron. ELVIRA. Entra, Sancho de mi vida. CELIO. ¿Elvira? ELVIRA. . CRIADO. ¡Buen encuentro! Llévanla. ELVIRA. ¿No eres , Sancho? ¡Ay de ! ¡Padre! ¡Señor! ¡Nuño! ¡Cielos! ¡Que me roban, que me llevan! D. TELL. Caminad ya. Dentro. NU

Aquí todos roban... Debo de parecer un San José; pero no importa... 'Yo no juego a la lotería; déjeme usted en paz'. ¿Qué me importará a que sea mañana último día de billetes, ni que el número sea bonito o feo...? Se me ocurre comprar un billete, y dárselo a Guillermina.

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