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Actualizado: 2 de noviembre de 2025


Poca cosa dijo Tres Pesetas, que era el más atrevido. No más que abrirle un tragaluz en la barriga pa que salgan á misa las asaúras. Vamos, marchaos á vuestras casas dijo el militar con mucha entereza: yo le defiendo. ¿Usía? , yo. Marchaos, yo respondo de él. Pues sino ize ¡viva la...! ¡viva la Constitución! exclamaron todos á la vez, menos Calleja, que se estaba riendo como un idiota.

No sólo los tumbaba a ellos, sino también las mesas y los armarios, haciendo mayor destrozo que un terremoto. Cuando se cansó de sacudirles la badana, salió muy tranquilo a la calle riendo.

Al fin balbució: Las cartas no mienten nunca, hijo... Habrá sido culpa mía el no haberlas entendido. ¡Lo que anunciaba no era mi matrimonio, sino el de Frasquito! exclamó riendo.

Añade algunas observaciones: ¿Ve usted?... Si la grito, desentona; si la digo con ironía, también...; si la digo riendo, ¡peor!... Efectivamente; la primera actriz parece tener razón.

¿Y sabe usted si ha parío la mujer de Antón Telares, hermano de mi novio Pascual, con quien me voy á casar la semana que entra, si Dios me ayuda? No , hermana; no conozco á esa gente. Pero diga usted, ¿por qué ha ido Ciara á vivir con esas señoras? ¡Ah! dijo la alcarreña riendo con mucha gana: no me acordaba de que era usted su novio.

Y paseaba su belleza de rubia fina con carnes de porcelana por los colmados y ventorrillos, tratando con una fraternidad exagerada a los cantaoras y rameras que intervenían en las juergas, exigiendo que la tuteasen, y riendo con nerviosa alegría de borracha cuando los hombres, embrutecidos por el vino, sacaban las navajas y las hembras se apelotonaban asustadas en un rincón.

Los bueyes resoplando, el buen hombre cantando todo el camino y nosotros riendo. ¡Qué sacudidas! ¡Qué traqueteo! Una de las veces éste no pudo sujetarse y cayó sobre y sin querer me dio un beso... Sería muy bien queriendo; Cirilo es pícaro dijo Elena.

Sólo en la biblioteca de las Cigarras puede usted encontrar algún antecedente me dijo el anciano pífano, riendo. No me pareció la idea completamente disparatada, y como la biblioteca de las Cigarras está cerca de mi puerta, fui a encerrarme ocho días en ella.

¿Qué es lo que hay? le pregunté al tomarle la mano, temeroso de que el hombre que ella detestaba hubiese venido ya a verla. Nada grave me contestó riendo. Es que tengo una nueva muy buena para usted. ¿Para ? ¿qué es?

Bueno; iré á visitarle mañana, pues vendré á ver también al médico y al notario... ¡Ah! ¿Los Monthyons? dijo riendo el vigilante. Y al ver la mirada de extrañeza de su interlocutor, continuó: Los llamamos así porque podrían concurrir al premio de virtud si se diera aquí como en París... ¡Una broma, milord! , son las personas honradas del presidio... Volvamos á Numea, dijo Tragomer.

Palabra del Dia

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