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Actualizado: 2 de noviembre de 2025


Gesticulaba en medio de la habitación, iba de un lado para otro, parábase delante de los esposos sin ninguna muestra de respeto, daba rápidas vueltas sobre un tacón y tenía todas las trazas de un hombre completamente irresponsable de lo que dice y hace. El criado estaba en la puerta riendo, esperando que sus amos le mandasen poner a aquel adefesio en la calle.

Pasaban corriendo las jornaleras por cerca de la puerta perseguidas por los hombres, riendo con nerviosas carcajadas, como si las cosquillease el aire de los que iban a sus alcances.

Luego el muy papanatas, hizo lo que todos los gallos, lo que todos los gallos que están de mal humor... siguió Perico riendo a su vez . Si había de ponerse agradable, de decirle algo a la pobre chica... le soltó una filípica como para ella sola, para ella sola, porque no se había vuelto a Miranda de Ebro, de Ebro, a cuidarle la pata desencolada... También sólo a él se le ocurre desmayarse por una torcedura, y no telegrafiar a su mujer avisándola.... Y le preguntó con un aire trágico, trágico: «¿dónde anda tu solícito acompañanteEstaba el hombre celestial.

El conde presentía algo grave debajo de aquella sonrisa enigmática, comprendía que estaba haciendo un papel desairado, que se estaban riendo de él y hacía esfuerzos heroicos para recobrar su sangre fría, sin conseguirlo.

No exijo que nuestras relaciones continúen, porque a los términos a que hemos llegado no es posible: sería tanto como mendigar tu amor, y tengo demasiado orgullo para ello. Pero no quiero que ni ni esa mujer os quedéis riendo de ; no quiero servir de befa a los que conocen nuestras relaciones, que son todos los que frecuentan la casa.

Había muchas señoras que iban a visitarla, sólo por enterarse de su tocado casero. Gonzalo, al verla enfrascada en la lectura de las revistas de salones, al oir describir, como si lo hubiera visto, un baile en Palacio, exclamaba riendo: «¿Sabes cómo se llama en medicina esa manía tuya?... Delirio de grandezas». Ella se enojaba.

Ella le ayudaba siguiéndole el humor, no teniendo ojos ni oídos más que para él. Soledad y Antoñico charlaban mucho más quedo, pero también con más sabrosa intimidad, riendo á cada momento ella con no fingidas ganas los chistes del pícaro.

Corrían del interior del buque las camareras con gorrito de blondas y los stewards de corbata blanca para presenciar este desfile, riendo con una buena fe germánica al ver a los señores agarrados del brazo y marchando con las caderas balanceantes. La cabeza de desfile desapareció de pronto, y el ruido de cobres fue debilitándose.

¡Buenas noches, hijos míos! dijo Juan Claudio , ¡buenas noches!... Siempre ocupados... Gracias a Dios, , señor Hullin, como usted ve respondió Juana riendo . Si no se tuviese nada que hacer, la vida sería demasiado aburrida. Es verdad, hija mía, es verdad: sólo el trabajo suele producir esos frescos colores y esos ojos tan grandes y vivos.

La Condesa, después de saludarnos, tomó asiento y dirigió a D. Diego estas palabras dignas de la Historia: Hijo mío, todo lo que pasó en la acción del 16, y nadie me ha dicho que hicieras algo notable. ¿Has tenido miedo? ¡Miedo! exclamó el muchacho, riendo No, señora.

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