Vietnam or Thailand ? Vote for the TOP Country of the Week !
Actualizado: 26 de julio de 2025
Pablo de Lavardens, al pasar al lado del carruaje, hizo a las dos hermanas un saludo de la más alta corrección, y que de lejos descubría al parisiense. Los poneys corrían tan ligero, que el encuentro tuvo la rapidez de un relámpago. Bettina exclamó: ¿Quién es ese señor que acaba de saludarnos? Apenas tuve tiempo de verlo, pero me parece que lo conozco. ¿Lo conocéis?
Mi padre, sin advertir nada, me acusa de extravagante; me llama búho, y se empeña también en que vuelva a la tertulia. Anoche no pude ya resistirme a sus repetidas instancias, y fui muy temprano, cuando mi padre iba a hacer las cuentas con el aperador. ¡Ojalá no hubiera ido! Pepita estaba sola. Al vernos, al saludarnos, nos pusimos los dos colorados.
Todavía se volvió una vez más para saludarnos con la mano, y se ocultó a nuestra vista, indomable y airoso como siempre, tan valiente como perverso. Y yo arrojé al suelo mi espada y supliqué a Tarlein que lo persiguiese. Pero lejos de eso detuvo su caballo, desmontó y corriendo hacia mí me abrazó estrechamente.
La Condesa, después de saludarnos, tomó asiento y dirigió a D. Diego estas palabras dignas de la Historia: Hijo mío, sé todo lo que pasó en la acción del 16, y nadie me ha dicho que hicieras algo notable. ¿Has tenido miedo? ¡Miedo! exclamó el muchacho, riendo No, señora.
Era ya de noche cuando salimos, y el pueblo todo tomó parte en aquella espontánea fiesta de nuestra despedida: millares de luces se encendieron a nuestro paso en balcones y puertas; ninguna mujer dejó de saludarnos desde la reja, ya sin galán, y todos los chicos engendrados por aquella fecunda generación salieron delante de los tambores, acompañándonos hasta más allá de la Puerta Nueva.
La joven bajaba a la sazón los ojos, e inclinaba el semblante llena de rubor; pero cuando lo alzó para saludarnos, pude admirar sus ojos negros, aterciopelados y que velaban largas pestañas, así como sus mejillas color de rosa, su nariz fina y sus labios rojos y frescos. ¡Era muy linda! ¿Qué penas podría tener aquella encantadora montañesa?
Su cara veíase surcada profundamente de grandes y rectas arrugas a través de su frente; era la fisonomía de un hombre que durante años había estado expuesto a los rigores e inclemencias del viento y del tiempo de diferentes climas. Después de saludarnos, se rió alegremente cuando le explicamos nuestra admiración por las casas viejas.
»Sonreíme, y en esto apareció Ángel, que acababa de entrar. »Antes que se nos acercara para saludarnos, me dijo el doctor al oído: » De este medicamento de le usted a la enferma buenas dosis y a menudo. »¡Pobre hombre! ¡Qué lejos estaba de conocer la naturaleza de la peste que había invadido mi casa!
Palabra del Dia
Otros Mirando