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Rióse mucho el soldado de la pregunta, y el ermitaño de su desnudez, y con tanto llegamos a la falda del puerto, el ermitaño rezando el rosario de una carga de leña hecha bolas, de manera que a cada avemaría sonaba un cabe; el soldado iba comparando las peñas a los castillos que había visto, y mirando cuál lugar era fuerte y a dónde se había de plantar la artillería.

«La mortaja de fina holanda la bordaron las señoras Micaelas, y es regalo de doña Bárbara. Escultura soberbia... y es de movimiento, porque le clavamos en la cruz o le descendemos según conviene». Y como el caballero no le dijese nada, Plácido se alejó rezando entre dientes.

Dormía el moro en las casas de Ulpiano, y el día se lo pasaba rezando de firme, y tocando en un guitarrillo de dos cuerdas que de Madrid había traído, todo ello sin moverse de un apartado muladar, que cae debajo de la estación de las Pulgas, por la parte que mira hacia la puente segoviana.

Quiero dormir; pero no se duerme sin olvidar, y yo no puedo echar de mi cabeza tanta y tanta cosa. ¡Si se lograra dormir cerrando mucho los ojos; si se pudiera olvidar apretándose las sienes!... Me volveré de este otro lado. ¿Para qué, si al instante me he de cansar también? Más vale que abra los ojos, que me distraiga rezando o contándome cuentos. ¡Jesús, qué negro está mi cuarto!

Por ejemplo: Luz seguía fuera del colegio las prácticas cristianas a que se había acostumbrado en él. Iba a la iglesia a menudo y tenía sus rezos en casa. Pues a todos estos actos piadosos la acompañaba su madre. Algo la mordían sus amigas, y con gran donaire se sacudía ella de las zumbas; pero seguía yendo a la iglesia y rezando con su hija, muy a su placer.

A uno le mandó una vez que cuando sintiese tentaciones de pecar, arrimase el dedo índice a una luz hasta quemárselo, rezando después un padrenuestro: a Miguel le mandó en cierta ocasión que metiese ortigas en la cama y se acostase en cueros con ellas una noche; pero el muchacho no tuvo ánimos para cumplir esta penitencia, y a la postre el cura se vio precisado a conmutársela por otra.

Se levantó muy temprano, pero no se atrevió a avisar a la joven. Entretuvo su impaciencia rezando, paseando por la habitación, yendo a casa del alquilador de los caballos para cerciorarse de que los tenía dispuestos. Al fin, cerca ya de las diez, se atrevió a pasar un recado por la criada, preguntándole si estaba ya preparada a partir.

Luego, Margalida, súbitamente tranquilizada por las palabras de su hermano, había callado, quedando inmóvil en el lecho; pero durante toda la noche oyó el Capellanet suspiros de angustia y un ligero murmullo, como si debajo del embozo una voz queda murmurase palabras y palabras con incansable monotonía. También la joven había estado rezando.

Las últimas personas que habían quedado rezando en la antigua capilla del Santísimo Sacramento, se habían ido, resonando sus pisadas sobre las baldosas hasta que hubieron desaparecido, y yo me encontré solo con la figura silenciosa y casi extática del hombre a cuyo lado, un año antes, había estado de pie en el Grand Circle del teatro Imperio, mirando y criticando una danza.

Observando la cara que tenía Maxi aquel día y lo pálido que estaba, consideró que las prendas morales del joven empezaban a transparentarse en su rostro, haciéndole menos desagradable... Entrevió una mudanza radical en su manera de ver las cosas. «¡Quién sabe se dijo , lo que pasará después de estar allí tratando con las monjas, rezando y viendo a todas horas la custodia!